Las secuelas que pueden originar los tratamientos en los adolescentes incluyen la aparición de segundos tumores, mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, disminución de la fertilidad e incluso reducción en la capacidad laboral en el futuro. ¿Cómo mejorar la asistencia médica para reducir las secuelas?
“Pasas de que te visiten los payasos a estar en la planta de oncología de adultos”, dice Ana Kogan, que fue diagnosticada de un sarcoma de Ewing a los 16 años. Aunque fue operada y recibió la quimioterapia en el Hospital Niño Jesús, un centro específicamente infantil, “para la radioterapia tuve que ir a un centro de adultos, donde todo es mucho más frío”. Kogan, que es representante de la Asociación Española de Adolescentes y Adultos Jóvenes con Cáncer, quiere destacar la importancia de seguir a estos pacientes al finalizar los tratamientos en unidades especializadas. Pero no solo faltan mejoras en la asistencia médica, sino también en la emocional. Rosalía Lorenzo González, psicóloga del Servicio de Oncohematología y Trasplante Hospital Infantil Universitario Niño Jesús (Madrid), advierte que la atención psicológica a los pacientes oncológicos y sus familias es aún insuficiente y muy desigual entre los distintos hospitales de España: “Muy pocos hospitales cuentan con un psico–oncólogo en plantilla. La mayor parte de la atención se sigue ofreciendo a través de asociaciones o fundaciones”, aclara.
Tratamientos menos tóxicos
Una de las mejoras en el tratamiento del cáncer en adolescentes es que actualmente se limita al máximo la posibilidad de que sufran secuelas sin disminuir las posibilidades de curación. “Hace 15–20 años, los oncólogos empezaron a estudiar los efectos secundarios a medio y largo plazo de los pacientes. De manera que pasamos de buscar la curación a tener como objetivo curar a los pacientes con el menor número de secuelas posibles”, explica el Dr. Álvaro Lassaletta, especialista del Servicio de Hemato–Oncología Pediátrica del Hospital Universitario Niño Jesús (Madrid). Las secuelas que pueden originar los tratamientos en los adolescentes incluyen desde la aparición de segundos tumores hasta el mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, pasando por la disminución de la fertilidad. Según este especialista, existe mucha investigación sobre nuevos tratamientos de quimioterapia con menor toxicidad, y también estudios sobre técnicas de radioterapia que permitan reducir al mínimo el área de tejidos sanos expuestos a la radiación. “Por todo ello, creo que los tratamientos continuarán aumentando la supervivencia de los pacientes y disminuyendo los efectos secundarios a largo plazo”, anticipa.
Secuelas a largo plazo
Los efectos secundarios de los tratamientos contra el cáncer y las secuelas de la enfermedad en sí pueden presentarse meses e incluso años después de haber completado la terapia. Expertos de primer nivel en oncología presentaron en el Congreso Europeo de Oncología diversos hallazgos relevantes para los adolescentes y los adultos jóvenes que han superado un cáncer. Y han advertido que las secuelas de la enfermedad a largo plazo pueden tener consecuencias en la vida laboral de los supervivientes. “Hemos visto que los efectos psicológicos y físicos del cáncer y otras enfermedades tienen mucho que ver con una reducción en la capacidad laboral”, destaca la Dra. Cecilie Kiserud, del Hospital Universitario de Oslo (Noruega).
Por otro lado, el sondeo ESMO/SIOPE (Sociedad Europea de Oncología Médica/Sociedad Europea de Oncología Pediátrica) sobre las necesidades de los adolescentes y adultos jóvenes con cáncer indica que más de dos tercios de los médicos no tienen acceso a centros especializados en jóvenes con cáncer; no conocen trabajos de investigación ni ensayos clínicos diseñados para ellos; tampoco pueden recurrir a servicios de oncología para el manejo específico de las secuelas del cáncer a largo plazo.