Así debéis reaccionar ante su primera borrachera

Vuestra hija de 16 años ha salido con su grupo de amigas como todos los sábados. Su hora de llegada a casa son las 22:00 horas, pero el reloj marca las 22:35 y aún no ha regresado. La habéis llamado al móvil pero está apagado. De repente, se oye la puerta y aparece, respiráis aliviados, pero cuál es vuestra sorpresa cuando comprobáis que se encuentra bajo los efectos del alcohol… ¿Cómo vais a reaccionar?

La primera borrachera en el adolescente sucede, aunque nos neguemos a afrontarlo. La estampa del chico o la chica de 15 o 16 años llegando tarde a casa con una copa de más ocurre en muchos hogares. Ante esta situación, los padres se preguntan: ¿cómo actuar?. “Hagan lo que hagan los padres, tendrá consecuencias, tanto si no hacen nada, como si lo hacen; así que, por lógica, es mejor hacer algo”, opina Antonio Corredera, psicólogo y director de Crecimiento Positivo (www.crecimientopositivo.es).A pesar de ser una situación muy complicada y que genera mucho malestar, se trata de una oportunidad magnífica para poder comunicarse en el conflicto, hablar de lo que se siente, acercarse en la relación y ajustar la imagen de nuestro “niño/a”, que ya es un adolescente. Ha ocurrido una vez y hay que estar atentos, pero sin generar una alarma gigantesca; por eso es tan importante escuchar qué ha ocurrido y ponernos en su lugar. Comprender lo ocurrido, mostrar coherencia en la aplicación de las consecuencias (el castigo) y hablar desde lo que sentimos, como fundadores de la familia y guías con experiencia (no únicamente desde el “ordeno y mando”), pueden facilitar que esta experiencia sea una excepción y no un grave problema familiar”, aconseja el psicólogo. A continuación, el especialista nos aporta una serie de pautas de actuación.

1. Gestionar las emociones: el “cocktail emocional” que han sufrido los padres durante la espera es tremendo: la preocupación porque no llegaba, el enfado, el miedo a si le ha podido ocurrir algo, la angustia de que su teléfono no está operativo… Una vez que llega, se entremezclan el alivio de que está en casa, más la indignación de comprobar que viene borracho/a, la decepción y el miedo por lo que está ocurriendo, el enfado nuevamente, e incluso la culpa… Son muchas emociones y sentimientos que pueden hacer que los padres reaccionen de forma inadecuada, impulsiva, e incluso contraproducente. “Hemos de prepararnos porque esta es una situación importante y nuestro hijo puede aprender de ella. Respirar profundamente, manteniendo una postura seria y pensando bien lo que estoy diciendo, son ejemplos a partir de los cuales puedo actuar a pesar de mis alteraciones emocionales internas“, dice el psicólogo.

2. Enviadlo/a a la cama: lo primero que queremos es preguntar qué ha pasado y porqué, qué hacía el móvil apagado y porqué está borracha, si creíamos que no bebía, etc… Hablar con alguien bajo los efectos del alcohol, en su primera borrachera especialmente, no es demasiado inteligente, ya que no está en condiciones de darnos una respuesta satisfactoria e incluso puede aumentar nuestro enfado por la situación. “Algunos padres me hablan del “uso del bofetón” en este caso, pero es bastante ineficaz desde un punto de vista educativo y solo sería una acción que podría originar más culpa en nosotros como padres”, aconseja Antonio Corredera. Posiblemente esa noche, no podáis conciliar el sueño demasiado bien, pero es importante actuar de este modo para sacar algo en claro. Seguro que tenéis un millón de preguntas que hacerle a vuestro hijo/a, pero lo mejor es intentar obtener respuestas al día siguiente.

3. Cómo “rendimos cuentas”: al día siguiente, temprano, (es importante que no duerma hasta la hora que quiera, sino que se levante para afrontar la situación) lo/a despertáis y juntos preparáis el desayuno. Mostrad un lenguaje corporal que deja bien claro que estáis enfadados y tensos. Pero guardar silencio mientras preparáis el desayuno, es importante, ya que eso genera una expectativa en la adolescente: sabe que algo sucede, que en cualquier momento habrá que afrontarlo. Cuando os sentéis a desayunar, nada de televisión, por supuesto, es el momento de comenzar a hablar sobre ello, estas son las pautas:
Recordad que no es un interrogatorio sino una conversación.
Hay que tener elaboradas preguntas “abre-ostras”, es decir, preguntas que no admitan una respuesta monosilábica por parte del adolescente. Dejad que se explique, si quiere hablar; es importante que sea una conversación y que podáis saber qué ha ocurrido.
Si no quiere hablar de ello, es el momento de utilizar “mensajes yo, un estilo de comunicación que facilita el que vuestro hijo/a se ponga en vuestro lugar para que comprenda cómo os sentisteis. Abandonáis así el papel de “acusadores” y “jueces” (“es que tú eres una irresponsable, por tu culpa pasé mala noche”, etc.), para generar comprensión: “yo ayer me sentí muy preocupado, angustiado, asustado…, cuando no respondías al teléfono, y estabas llegando tarde“). Este estilo de comunicación no los pone a la defensiva (cosa natural, porque ya intuyen que les puede caer un buen castigo).
Hacer referencia a las normas incumplidas. Es importante que comprenda que ha roto no una, sino dos o más normas familiares: la de llegar a casa, la que regula quién sí y quién no puede beber y por qué, y que faltar a esas normas implica consecuencias que ya conocía. Ahora se trata de cumplir y de responsabilizarse de las consecuencias de lo que hace.

4. Un castigo razonable: se tiene que poder cumplir y ha de ajustarse a las normas infringidas. Por ejemplo, decir algo como “tienes prohibido salir durante dos meses” o “ya no puedes ir con esos amigos”, posiblemente generará una reacción muy negativa y también aumentará la probabilidad de que empiece a mentir. Tampoco es bueno decir “como ha sido una vez, no ocurre nada”, hay que procurar ser coherentes.