Convivir con un adolescente implica tener grandes dosis de paciencia para afrontar cambios y manejar situaciones complicadas. Los niños ven cómo su cuerpo cambia en pocos meses y cómo sus intereses mudan de lo infantil a lo adulto. Los adolescentes se vuelven rebeldes, indecisos y contestones, ¿cómo actuar?
La adolescencia supone el paso de la infancia a la edad adulta. Y esto significa enfrentarse a cambios físicos y psicológicos. Los niños ven cómo su cuerpo cambia en pocos meses, algo así como romper con el pasado en tan solo seis meses.
La adolescencia no es para todos igual. Comienza entre los 9 y 11 años en las niñas y entre los 11 y los 13 en los niños. Es decir, se inicia antes en las niñas, por lo que es habitual que en esos años, ellas sobrepasen en altura a los niños. Aunque con el tiempo, los chicos dan el “estirón” y terminan siendo más altos que las chicas. “La ganancia en estatura difiere de un sexo a otro: suele ser un total de 25 cm. en las niñas (se produce al inicio de la pubertad un estirón de unos 8,5 cm./año y luego siguen creciendo a un ritmo más lento durante unos tres años más) y de unos 28 cm. en los varones”, explica la Dra. Isolina Riaño Galan, endocrinóloga pediátrica en el Hospital San Agustín–Avilés, en Asturias, y miembro de la Asociación Española de Medicina de la Adolescencia.
Una diferencia señalable entre los niños y las niñas es la intensidad de los cambios. “Las hormonas sexuales femeninas producen más emotividad y melancolía, por lo que las chicas son más susceptibles a los cambios de humor; mientras que las hormonas masculinas (testosterona) producen más agresividad, lo que da lugar a reacciones más fuertes en el ánimo”, compara Beatriz Puga, psicóloga infantil del Centro Andrea Prader, en Zaragoza.
Cómo actuar con los adolescentes
La adolescencia conlleva cambios que repercuten en el estado emocional y en los hábitos de los jóvenes. Estos son algunos de los más frecuentes:
– Se sienten cansados
Durante ese periodo se produce un crecimiento muy rápido (sólo superado por el que se observa durante el primer año de vida) y por tanto, sus necesidades nutricionales aumentan. “Es muy importante que tengan una alimentación variada y equilibrada que aporté la energía y nutrientes necesarios. Si no, pueden sentirse cansados. También en esta etapa, con creciente autonomía y rebeldía frente a las normas marcadas por sus padres, pueden dormir menos (la tele, internet, videojuegos sin control en su habitación) y esa falta de sueño también influye en el cansancio”, explica la Dra. Isolina Riaño.
– No se quieren duchar
Es común en las edades iniciales de la adolescencia, pero es una situación pasajera. Se debe hablar con ellos: preguntarles cuáles son los motivos por los que no quiere ducharse y explicarle los beneficios de hacerlo de cara a la aceptación de los demás y el rechazo que puede ocasionar cuando alguien huele mal.
– Tienen ataques de ira
La causa reside en el desarrollo cerebral. Se ha observado en pruebas de imagen, como la resonancia magnética, que el cerebro madura por zonas. En la adolescencia, el lóbulo prefrontal, que es el que regula el autocontrol, no se encuentra maduro del todo. No se deben imponer criterios como se hacía en la infancia. En esta etapa hay que cambiar de estrategia: escuchar y negociar con ellos las normas. Ante un ataque de ira, hay que evitar perder el control: “Dile ‘estoy tan enfadada/o que ahora no puedo hablar contigo’, y te vas a tu cuarto o sales a caminar hasta que se le pase en enfado. En lugar de castigos es mejor quitar o reducir privilegios (televisión, teléfono, ordenador). Hay que ser firmes y mantener lo dicho. Si la agresividad es excesiva, se debe buscar ayuda profesional”, aconseja Beatriz Puga.
– Lo cuestionan todo
A los padres les suele llamar la atención lo discutidores que se vuelven los niños en esta etapa: lo cuestionan todo. Y este es otro aspecto cuya causa también reside en la maduración cerebral. Está actitud está relacionada con el desarrollo cerebral que da lugar al pensamiento abstracto. Hasta ahora, los padres eran sus referentes, pero a partir de este momento los referentes pasan a ser sus amigos. Se alejan de la familia y la cuestionan. Se debe conversar con ellos, escuchar sus argumentos, tener en cuenta sus opiniones y si son aceptables, aceptarlas. Si sus argumentos no son aceptables, hay que decirle que no y, si se enfada, mantenerse firmes y esperar a que se le pase el enfado.