Llegar tarde a casa, comprar ropa de marca fuera del presupuesto, escuchar música al máximo volumen… los adolescentes están en permanente oposición con los padres. Sus actos buscan en muchas ocasiones la confrontación con sus progenitores y ante esto sólo queda negociar. ¿Cómo hacerlo? Sin gritos ni enfados, con técnicas precisas.
La comunicación con los hijos es fundamental, pero muchos padres no saben ejercerla y necesitan orientación. “Hay personas que destacan por su pericia para negociar eficazmente y llegar a acuerdos sin que el conflicto suponga un drama, convirtiéndolo en un lugar de paso por el que una relación, ya sea profesional, familiar o de pareja, ha de pasar en ocasiones. Sin embargo, algunas de estas personas, no consiguen comunicarse con éxito con sus hijos adolescentes”, dice Antonio Corredera, psicólogo experto en adolescentes y director del centro Crecimiento Positivo. Con la llegada de la adolescencia, los padres deben saber que en el seno familiar también se producen cambios y que deben adaptarse a la nueva situación.”Se producen una serie de cambios en las relaciones familiares para los que hay que actualizar no solamente los roles, las normas y los límites, sino especialmente las reglas de comunicación que hasta ahora hemos venido utilizando“, dice el psicólogo. Una de las habilidades que hemos de actualizar en esta etapa es la negociación, proceso a través del cual podemos construir acuerdos en los que todas las partes tienen la opción de salir ganando. Cuando son más pequeños, la negociación es sencilla, guiada por los adultos y concisa en la medida que la resistencia de los niños, la mayoría de las veces, es pequeña. Algunos ámbitos de la convivencia familiar son negociables, mientras que otros no lo son. Por ejemplo, algunas normas, como “no se admite violencia entre miembros de la familia”, se han de mantener siempre, como es lógico (aunque a veces, haya peleas entre hermanos), mientras que otras, como cuál es la hora a la que los hijos han de llegar a casa cuando salen, sí admiten cambios conforme los hijos crecen.
TÉCNICA DE NEGOCIACIÓN CON LOS HIJOS
Es importante hablar sobre el tema que deseamos (contenido de la comunicación), pero hemos de cuidar también el modo en que lo hacemos (lenguaje no verbal, palabras utilizadas, tono, volumen de voz), porque afecta a la relación. En todo proceso de negociación hemos de tener en cuenta una serie de pasos imprescindibles para que seamos capaces de llegar a acuerdos. Toda negociación requiere:
1. PEDIR: cuando deseamos algo, hemos de comenzar expresando una petición. Por ejemplo, puede que nuestro hijo adolescente quiera llegar el sábado 30 minutos más tarde, y si es habitual la negociación en la familia, sabrá que no basta con pedirlo, sino que resulta imprescindible hacerlo de forma calmada.
2. OFRECER: cuando quiero algo que no depende directamente de mí, sino que ha de ser concedido por otra persona, como en el ejemplo anterior (llegar 30 minutos más tarde a casa el sábado), he de ofrecer algo a cambio. Aquí es cuando estamos ya negociando, y ambas partes pueden iniciar un proceso de peticiones y ofrecimientos, que hemos de procurar dirigir conjuntamente.
3. ACORDAR: el acuerdo al que llegamos ha de incluir también ciertas “claúsulas” (pactadas por ambas partes) que especifiquen qué va a suceder si no se cumple. En el ejemplo anterior, si hemos acordado permitir a nuestro hijo llegar 30 minutos más tarde el sábado, pero acaba llegando 45 minutos después, el hecho de haber incluido una “cláusula” que prevenga esta situación, reducirá la resistencia de nuestro hijo a cumplir con la consecuencia pactada previamente. Por ejemplo: “si llegas más de 30 minutos tarde el sábado, te quedarás sin salir la próxima semana” (esta sería la cláusula). Al haberla pactado conjuntamente y con anterioridad, al adolescente le costará menos asumir las consecuencias de llegar tarde.
FACTORES IMPRESCINDIBLES EN LA NEGOCIACIÓN
Hay dos procesos que a menudo “olvidamos” y que marcan la diferencia en toda negociación con nuestros hijos adolescentes:
• ESCUCHAR: este proceso, aunque básico, frecuentemente es olvidado por algunas familias, que se empeñan en imponer su criterio, su petición, su ofrecimiento, sin escuchar antes lo que sus hijos, o sus padres, tienen que decir. “Para llegar a acuerdos, es imprescindible escuchar la petición y el ofrecimiento de la otra parte, dejando expresarse, incluso cuando el planteamiento nos parezca inicialmente (en el contenido) equivocado. Solo escuchando podremos comprender, además de que solamente así podremos solicitar ser escuchados cuando nuestro turno llegue”, explica el psicólogo. Escuchar, además, supone no utilizar solamente los oídos, sino también utilizar el lenguaje no verbal: la forma de mirar, la postura corporal, etc.
• RECONOCER: este último paso es quizás el menos conocido. “Para muchos padres es muy complicado “reconocer”, en sentido amplio, a sus hijos. No se trata solamente de saber su nombre, o de valorar sus logros, sino que supone un proceso de validación a la persona. Nuestro hijo adolescente no es exactamente el adolescente que tenemos en nuestra cabeza; hemos de aceptar que tiene puntos de vista distintos, que tiene intereses que nos pueden sorprender. Dar por sentado que ya le conocemos sesga nuestra percepción y nos limita para “darnos cuenta” de quién es la persona que nos está pidiendo negociar algo“, apunta Antonio Corredera.
Negociar de forma eficaz supone no únicamente una reducción de los conflictos dentro de la familia, sino sobretodo un mejor manejo de los mismos en el seno de una convivencia más positiva y constructiva. Nuestros hijos adolecentes, en el proceso de llegar a ser adultos auto- dependientes, han de aprender a pedir, ofrecer y acordar, pero hemos de facilitarles ese aprendizaje escuchándoles y reconociéndoles en todo momento.