Hay enfermedades como la hipertensión, la diabetes, el asma crónica, el lupus, el síndrome antifosfolípido, la Enfermedad Inflamatoria Intestinal o el cáncer que unidas a la gestación dan lugar a embarazos de alto riesgo. ¿Qué tratamiento y controles requieren?
Hay enfermedades que unidas al embarazo lo convierten en una situación de alto riesgo. Son gestaciones que deben ser seguidos más estrechamente. Por regla general, el control lo lleva a cabo el ginecólogo junto al especialista de la enfermedad. La hipertensión (cuando la tensión es superior a 14/9, máxima y mínima respectivamente), la diabetes, el asma crónica, el lupus, el síndrome antifosfolípido, la enfermedad inflamatoria intestinal o el cáncer, son las principales patologías.
HIPERTENSIÓN ARTERIAL. Se considera hipertensión arterial cuando los valores superan los 140 y 90 (conocido popularmente como 14 de máxima y 9 de mínima). Hay que diferenciar dos conceptos: la mujer hipertensa que se queda embarazada y la no hipertensa, pero que desarrolla una hipertensión durante la gestación(preeclamsia) y que afecta aproximadamente al 2% de las embarazadas. La hipertensión crónica aumenta con la edad de la mujer. “A medida que la edad de las embarazadas ha ido aumentando, encontramos más pacientes con patología crónica al inicio del embarazo”, explica la Dra. Begoña Olartecoechea Linaje, ginecóloga del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Clínica Universidad de Navarra. Si es una paciente con hipertensión crónica que ya estaba siendo controlada por un nefrólogo, y se queda embarazada, el control del embarazo deberán llevarlo el nefrólogo y el ginecólogo; si es una paciente no hipertensa que desarrolla una preeclamsia, los casos leves podrán ser controlados sólo por el ginecólogo; los graves precisan un control por el ginecólogo, el nefrólogo y el neonatólogo si se detectan alteraciones en el feto.
– Tratamiento: La mujer hipertensa crónica que está planeando quedarse embarazada debe comunicarlo antes de la gestación. Hay fármacos que conviene suspender y cambiar por otros. “En concreto, el grupo de los Inhibidores del Enzima Conversor de Angiotensina (IECA) están contraindicados durante el embarazo. También intentaremos buscar alternativas si la paciente está siendo tratada con beta bloqueantes o diuréticos”, explica la ginecóloga.
– Cómo se controla: al realizar el cambio de medicación, deberá tomarse la tensión a diario hasta comprobar que la nueva pauta es eficaz; entonces, serán suficientes 2 mediciones de la tensión por semana. Si consigue mantener controladas las cifras tensionales, será suficiente una visita médica al mes; en caso contrario, precisará un control más estrecho, e incluso el ingreso hospitalario en los casos más graves.
– Posibles problemas: la preeclamsia es una de las principales causas de mortalidad y morbilidad materna y del recién nacido. Aparece cuando la hipertensión y la proteinuria (pérdida de proteínas por orina) se instauran a partir de la semana 20 de embarazo. En la madre puede causar edema (hinchazón) que comienza en los tobillos pero puede acabar siendo generalizado, dolor de cabeza, daño al riñón, alteración en las transaminasas, en las plaquetas, visión de destellos, incluso convulsiones y coma. En el feto, la enfermedad se relaciona con restricción del crecimiento, y podría causar un desprendimiento de placenta y muerte fetal.
– Cómo afecta al parto: si se consigue un buen control de la hipertensión, el parto será como en un embarazo normal. En palabras de la especialista, “en los casos graves de hipertensión, o que no consigue controlarse con la medicación, o en los que se detecta un daño en el feto, habrá que valorar junto con los neonatólogos el mejor momento para el parto; en la mayoría de los casos, puede programarse una inducción para un parto vaginal; pero si el feto es muy prematuro, o tiene una importante restricción del crecimiento, se valorará un parto programado por cesárea”,
DIABETES. Aparece por un problema en el páncreas, el órgano encargado de fabricar insulina para mantener los niveles de azúcar adecuados en la sangre. La diabetes pregestacional afecta al 1% de las embarazadas, y la diabetes gestacional (la que se presenta durante el embarazo y que suele desaparecer tras el parto) al 12%. Las diabéticas pregestacionales se controlan por ginecólogo y endocrinólogo. Mientras que las pacientes con diabetes gestacional comienzan su control con el obstetra. “Si se detecta que se trata de una diabetes gestacional con mal control glucémico, será imprescindible un control estrecho junto con el endocrinólogo, y al final del embarazo junto con el neonatólogo“, puntualiza la ginecóloga.
–Tratamiento: la mujer diabética necesita administrarse insulina, cuando se queda embarazada puede seguir utilizándola, pero deberá ajustar la dosis con ayuda del médico.
– Posibles problemas: la embarazada diabética tiene más riesgo de infecciones urinarias, hongos en vagina, hipertensión y abortos. Su hijo tiene incrementados los riesgos de malformaciones, patología cardiaca (miocardiopatía hipertrófica), crecimiento intrauterino restringido, prematuridad e inmadurez y macrosomía (bebé muy grande), con el consiguiente riesgo de partos traumáticos y mayor tasa de cesáreas).
Las bajadas y subidas de azúcar (hipoglucemias e hiperglucemias) pueden ser peligrosas para el feto. Por ello es primordial un control metabólico estricto. En mujeres diabéticas es más frecuente detectar malformaciones fetales. Una embarazada con hipoglucemias (bajadas de azúcar) tiene más tendencia a tener fetos con restricción del crecimiento; sin embargo, una mujer con mal control glucémico y cifras elevadas de glucosa en sangre tiene más tendencia a tener hijos muy grandes.
– Cómo afecta al parto: La diabetes, cuando está bien controlada, no implica indicación para programar el parto. “Pero si se detecta patología fetal, puede estar indicado hacerlo. En casos graves puede ser necesario realizar una cesárea. Siempre se pondrá en conocimiento del neonatólogo, que explorará al recién nacido”, advierte la ginecóloga.
ASMA. Afecta al 1% de las embarazadas. La gestación de una mujer asmática debe ser controlada entre el obstetra y el neumólogo o alergólogo (si el asma es de origen alérgico).
– Tratamiento: La mayoría de los tratamientos para el asma son seguros para el feto. Lo adecuado es consultar con el obstetra la medicación que se está tomando; éste, junto con el neumólogo o el alergólogo modificarán la medicación si es necesario. “Es importante recordar a la madre que debe seguir el tratamiento pautado: para el feto son más perjudiciales las crisis de asma de su madre que la medicación que toma“, advierte la Dra. Begoña Olartecoechea Linaje.
– Cómo se controla: durante el embarazo, en el 40% de los casos la gravedad del asma no se modifica, un 30% mejoran y otro 30% empeoran (generalmente, las que padecen asma más grave). En cualquier caso, suelen mejorar el último mes de embarazo.
LUPUS. El mismo organismo produce anticuerpos que atacan a distintas partes del cuerpo produciendo inflamación en los tejidos. Suele producir síntomas articulares y cutáneos, y se manifiesta en brotes. Su frecuencia afecta a una de cada 2000 mujeres. El control del embarazo debe ser multidisciplinar entre obstetra, internista o reumatólogo, y neonatólogo.
– Tratamiento: el control debe empezar antes de la concepción, y debería programarse el embarazo por lo menos tras 6 meses sin brotes de la enfermedad. Lo más importante una vez embarazada, es diagnosticar los brotes lo antes posible e instaurar el tratamiento pertinente. El tratamiento consiste generalmente en corticoides; en algunos casos es necesario asociar otros fármacos.
– Cómo se controla: “Hoy en día no podemos decir que el embarazo empeore la evolución del lupus. Su pronóstico depende del estado antes de la gestación. Se estima que entre el 15 y el 60% de las pacientes presentan brotes durante el embarazo”, explica la ginecóloga.
– Cómo afecta al parto: si se consigue un buen control de la enfermedad durante el embarazo, no hay que adelantar el parto.
SÍNDROME ANTIFOSFOLÍPIDO. Es un trastorno autoinmune que favorece la aparición de trombos en venas y arterias. Produce abortos de repetición en el primer trimestre de gestación y también puede dar lugar a crecimiento uterino retardado (bebés más pequeños). Afecta al menos al 5% de las gestantes. La gestación en una paciente con síndrome antifosfolípido es controlada por el obstetra y un hematólogo o internista con experiencia en el manejo la enfermedad.
– Tratamiento: las pacientes que sufren esta enfermedad tienen tendencia a presentar trombosis; esto predispone a tener abortos porque se producen trombos en los vasos de la placenta. Para evitar las trombosis, las pacientes deben llevar tratamiento antiagregante con heparina y aspirina.
– Cómo afecta al parto: el parto puede ser normal. “Para poner la epidural, deben haber transcurrido 12 horas desde la última dosis de heparina a dosis profiláctica, o 24 horas si fue a dosis terapéutica”, explica la ginecóloga.
ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL (enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa). Se caracterizan por producir inflamación a lo largo de todo el tubo digestivo. Los síntomas principales son diarrea, dolor abdominal y vómitos. Se estima que la incidencia es de 1/1000 embarazos. La paciente será controlada por el médico que la trata habitualmente (especialista del Aparato Digestivo) y el obstetra.
– Tratamiento: la Enfermedad Inflamatoria Intestinal cursa en brotes, por eso, lo más importante es intentar programar el embarazo para un momento en el que la paciente no presente síntomas y ajustar la medicación. Según explica la ginecóloga, “cada caso debe valorarse de forma individual; así como hay fármacos contraindicados (como el metotrexato), otros son totalmente seguros, y es importante que la paciente siga el tratamiento pautado”.
– Cómo se controla: si durante el embarazo la paciente no presenta ninguno, el embarazo puede ser normal. “Los cuidados de la paciente dependerán del cuadro clínico que presente durante el embarazo: a lo suplementos vitamínicos que se aconsejan a cualquier gestante se añadirán aquellos específicos por la situación particular de cada mujer”, explica la especialista.
– Cómo afecta al parto: si el embarazo cursa sin brotes, el parto puede ser normal; si en el momento del parto hay mucha enfermedad a nivel anal, se valorará la mejor vía de parto, siendo en algunos casos la cesárea programada.
CÁNCER Y EMBARAZO. Hablamos de cáncer asociado al embarazo para referirnos a la enfermedad oncológica que se presenta durante la gestación o el primer año postparto. El más frecuente es el cáncer de mama, que ocurre en uno de cada 3000 embarazos. Según la Sociedad Americana contra el Cáncer, por lo general, la cirugía para el cáncer de mama es segura durante el embarazo. La quimioterapia parece ser segura para el bebé si se administra en el segundo o el tercer trimestre de embarazo, pero no es seguro administrarla durante el primer trimestre. Otros tratamientos del cáncer de mama, como terapia hormonal, terapia dirigida y radioterapia, tienen más probabilidades de afectar al bebé y generalmente no se administran durante el embarazo. “Es importante saber que el aborto no mejora el pronóstico de la enfermedad. El tratamiento es similar al que se realiza fuera del embarazo, se puede dar quimioterapia durante el embarazo, y si se precisa dar radioterapia, se hará después del parto“, aclara la Dra.Begoña Olartecoechea Linaje.