La alergia al pescado es un problema serio para muchos niños, sobre todo porque con tan solo oler el vapor de cocción ya se desencadena la reacción alérgica. Un tratamiento de desensibilización les permite volver a comer pescado tras ingerir dosis ínfimas que se van incrementando muy lentamente hasta llegar a una ración completa.
El tratamiento de desensibilización, que ya se utiliza en la sanidad pública para la alergia al huevo o a la leche, también da buenos resultados en el caso de la alergia al pescado: consiste en ingerir dosis ínfimas de pescado que se van incrementando muy lentamente hasta llegar a una ración completa. Se trata de un proceso muy complejo que requiere la supervisión estrecha por parte del personal sanitario. No supone que el paciente deje de ser alérgico, sino que consiste en “engañar” a su sistema inmunológico para que no se desencadene una reacción. “El mayor inconveniente asociado a la alergia al pescado son los vapores de la cocción. Muchas personas sufren crisis de asma o urticarias graves cuando alguien cocina pescado en la casa. Es decir, no se trata simplemente de evitar consumir el alimento, sino que tan sólo con permanecer en un lugar en el que se cocina pescado puede provocar serias reacciones de estas personas”, explica la doctora María José Goikoetxea, alergóloga de la Clínica Universidad de Navarra.
Síntomas de la alergia al pescado
La alergia al pescado es frecuente que aparezca en los primeros dos años de vida, al introducir este alimento en los purés del niño. Los síntomas suelen aparecer de manera inmediata tras la ingesta, el contacto con el pescado o al inhalar los vapores de cocción del mismo: picor en la zona de boca y faringe, habones en la piel con un picor intenso (urticaria) y en los casos más graves, angioedema. Son frecuentes también los síntomas respiratorios, como rinitis, conjuntivitis y crisis de asma. El problema no se limita al pescado en si mismo, ya que este alimento puede encontrarse en otros productos (medicamentos, bebidas, gelatinas, harinas de pescado, etc.). De ahí la importancia de leer con atención la composición de cada producto.
Niña con alergia a los vapores de pescado
Maitane, una de las pacientes de la Clínica Universidad de Navarra, tiene alergia al vapor de cocción. Sus padres sospecharon que era alérgica al pescado cuando, tras el primer puré, le aparecieron ronchas y habones en la cara. Le hicieron muchas pruebas hasta confirmarlo, pero aún no sabían cómo le iba a afectar a su calidad de vida. Normalmente, si una persona es alérgica a un alimento, solo tiene que dejar de consumirlo. Sin embargo, Maitane era detectora de vapores y, cuando sus padres cocinaban pescado, la niña se encontraba muy mal. Fue entonces cuando se dieron cuenta de la gravedad de la situación: “El problema no se resolvía simplemente con evitar su consumo; no iba a poder tener una vida normal, ir a campamentos, quedar con sus amigas a cenar, comer en el colegio o ir a algún restaurante”, explica su madre, Edurne. El simple contacto con el vapor de la cocción podía generar reacciones alérgicas peligrosas para su salud. “Me planteé que todavía era pequeña y podía controlar que no tuviese contacto con el vapor de pescado, pero era insostenible a largo plazo. Lo hablé con mi marido y comenzamos el proceso de desensibilización”, cuenta. Empezaron con una dosis muy pequeña de pescado a la semana y, si la toleraba bien, aumentaban la cantidad, siempre bajo un riguroso control médico. “Ha sido una etapa dura con momentos difíciles, pero realmente ha merecido la pena. Ahora tolera varios tipos de pescado, estamos introduciendo otros y los vapores no le afectan absolutamente nada. Su día a día es mucho más normal y su calidad de vida ha mejorado muchísimo”, asegura su madre.