Los horarios de verano invitan a comer con anarquía, sin prisas. Hay que aprovechar para enseñar a los niños a comer de forma saludable: hacer la compra y mirar bien el etiquetado de los productos, descartando los que incluyan mucho azúcar y grasas hidrogenadas; cocinar productos naturales (no ultraprocesados) y comer en familia.
El verano es un buen momento para inculcar educación nutricional a los niños. Hay que aprovechar para dejar el hábito de consumo de comida rápida de escaso valor nutricional y a bajo precio y fomentar la elaboración de platos caseros, en cuya preparación deben participar los más pequeños. “Nuestro hijos ya no siguen el patrón alimentario de la dieta mediterránea y esto explica los bajos niveles detectados de vitamina D o hierro como consecuencia del poco consumo de pescado, verduras y hortalizas”, señala Rubén Bravo, portavoz del Instituto Médico de la Obesidad (IMEO).
Estrategias para enseñarles a comer
Además de implicarles en la preparación de los platos, también deben acompañar a los padres en el momento de la compra. Enseñadles a comprobar el etiquetado de los productos, a detectar las grasas “trans” o el exceso de azúcar.
¿Diestro o zurdo? Los pequeños tienden a imitar los adultos y no conviene ponerlos en una mesa separada o darles platos diferentes. Los niños diestros suelen comer antes y mejor la comida situada a su derecha y los zurdos, los de la izquierda; por ello, debemos colocar los ingredientes que el niño come peor en el lado correspondiente.
Cuidar la presentación. A la hora de comer, un error frecuente es servir al pequeño un plato saturado de comida esperando que se lo acabe. Lo mejor es que haya espacios libres entre los alimentos y que éstos tengan formas divertidas: palmeras formadas con fruta, caras con melenas hechas de calabacín en tiras, etc. A veces no es el alimento lo que genera el rechazo del niño, sino la forma en que está cocinado, de modo que podemos probar a dárselo como un plato completamente distinto.
Recetas para hacer en casa
Se pueden preparar platos saludables y originales. Por ejemplo los siguientes:
Pizza verde. Lavar y cortar una berenjena y un calabacín en rodajas. Preparar un sofrito con un chorro de aceite de oliva, un tomate y una pizca de sal; cuando esté en su punto añadir unos champiñones cortados y saltear. Colocar la berenjena y el calabacín en rodajas sobre una base de pizza, cubrir con el sofrito y los champiñones, añadir queso rallado parmesano y cocer en el horno durante 4 minutos a 200º C.
Crema de calabaza. Cortar 500 g de calabaza en cuadraditos y saltearla en una sartén con un chorrito de aceite de oliva. Tapar para que se ablande y coja más sabor y añadir una pizca de sal. Tras unos 5–8 minutos cubrir con caldo de verduras, dejar que rompa a hervir y a continuación bajar el fuego y cocinar durante unos 15–20 minutos. Añadir unos 30 g de queso parmesano al caldo y dejar a fuego lento otros 10 minutos. Triturar. Se puede tomar fría o caliente.
Polos de frutas y yogur. Lavar y triturar 200 g de frutos rojos (arándanos, frambuesas, fresas). Preparar un almíbar con 30 g de azúcar moreno y 75 ml de agua. Mezclar la fruta triturada, un yogur natural y el almíbar y echar la mezcla en moldes para polos. Colocar un palillo en cada polo y congelar durante al menos 12 horas. También se pueden hacer batidos de frutas, con mezclas originales, como la de aguacate y plátano.
Qué elegir en el restaurante
Las salidas para comer fuera de casa también aumentan durante las vacaciones. En lugar de elegir el menú infantil, que suele consistir en pasta con tomate, pollo con patatas fritas, refresco y helado, se pueden pedir platos saludables y moderados en calorías “a la carta”: ensalada de lechuga, jamón york, tomate cherry y mozzarella con vinagreta de limón; hamburguesa de pavo y calabacín; mini pizzas de verduras con base de berenjena, tomate y queso gratinado; empanadillas de espinacas y mozzarella; espaguetis con brécol y pesto; macarrones con salsa de verduras asadas; ñoquis con cebolla, pimiento rojo y tomate cherry; berenjenas rellenas de carne picada y tomate natural triturado; quesadillas rellenas de frijoles, arroz, maíz y carne; tortilla francesa con jamón, atún o verduras; ensalada de quínoa con espinacas, pimiento rojo, apio, queso feta y pesto; brócoli gratinado con queso; ensalada de garbanzos con pimientos, aceitunas negras, huevo duro y atún; pollo con mostaza y miel; patatas rellenas de parmesano y verduras; albóndigas con salsa de tomate natural triturado.