Disfonía o ronquera en el niño

La disfonía es la alteración de la voz (ronquera), ya sea puntual o permanente, que no permite desarrollar de manera cómoda y eficaz las actividades vocales. En los niños es un problema frecuente y a menudo refieren que la voz les “rasca” o “pica” el cuello. Existen ejercicios para evitar el problema y enseñarles a usar bien las cuerdas vocales.

Hay niños que presentan cierta ronquera durante días y luego desaparece; otros se quejan de molestias en la garganta al querer hablar alto e incluso algunos muestran afonía. Siempre que observes alteraciones en la voz que duren 15 días debes acudir al pediatra para que explore la garganta del pequeño, así descartará cualquier alteración o problema en las cuerdas vocales. Una vez diagnosticada la disfonía, lo remitirá al logopeda para enseñarle a utilizar la voz. Hay que distinguir entre el logopeda y el foniatra. Este último es un especialista en los trastornos de la comunicación (incluye el lenguaje, el habla y la voz como vehículos de comunicación verbal, así como los trastornos de la audición y los trastornos de la deglución), mientras que el logopeda reeduca o rehabilita estas funciones.
Aunque coloquialmente se utiliza el término afonía para referirse a las ronquera de la voz, en realidad son dos términos diferentes: la afonía es una incapacidad total de emitir voz (aunque hable no sale la voz), mientras que en la disfonía sí que se puede emitir voz pero de menor calidad (ronca) o con más esfuerzo que en la voz sana. Tanto en los niños como en los adultos la afonía es muy poco frecuente, y suele durar alrededor de un día. La disfonía, por el contrario, es bastante frecuente y su duración es muy variable dependiendo de su origen y tratamiento posterior. 

 

TIPOS DE DISFONÍA
La disfonía se clasifica en dos grandes grupos: las disfonías funcionales (con o sin lesión en las cuerdas vocales) y las disfonías con lesión congénita. Las disfonías funcionales son aquellas que aparecen cuando hay un abuso o un mal uso vocal y mejoran con el reposo de la voz. “Es frecuente encontrar niños que sólo padecen una disfonía cuando van de excursión o de campamento, recuperando la plena funcionalidad de la voz en 1 o 2 días”, aclara Gemma Solà Serra, logopeda especialista en trastornos de la voz del Centro ConsultaVeu, en Barcelona. Si el problema se repite frecuentemente se van formando de manera progresiva lesiones en las cuerdas vocales, por ejemplo nódulos vocales. Las disfonías por lesión congénita tienen su origen en una malformación de las cuerdas vocales. Según comenta la especialista, los pacientes con disfonía congénita cuentan que siempre han tenido una voz especial, distinta de los demás. Aunque estas voces también empeoran con el mal uso y el abuso vocal (gritar, hablar mucho o muy alto). “Una lesión congénita en las cuerdas vocales puede no dar ninguna sintomatología hasta el cambio de voz en la adolescencia o bien hasta que haya una situación de estrés que desencadene mecanismos de esfuerzo en la fonación”, dice la experta. 

 

CAUSAS DE LA DISFONIA EN NIÑOS
1. Mal uso y abuso de la voz. Este es el principal motivo de aparición de la disfonía. Los mecanismos de sobreesfuerzo utilizados por el niño para hablar, cantar o gritar (estirar y apretar el cuello, bloquear la respiración, tensar los hombros y los brazos…) provocan un mal funcionamento del aparato vocal, originando una voz poco eficaz y muchas veces incómoda (a menudo refieren que la voz les “rasca” o “pica” el cuello). Como si de un círculo vicioso se tratara, para compensar esta voz poco eficaz aumentan aún más el sobreesfuerzo vocal, con lo que la calidad vocal va empeorando poco a poco. 

2. Malformación en las cuerdas vocales. Se debes descartar cualquier patología laríngea congénita, es decir, malformaciones en las cuerdas vocales que impidan un correcto funcionamiento del aparato vocal.

3. Infecciones o alergias.También puede responder a cualquier infección que curse con inflamación de la laringe o faringe (laringitis, faringitis), alergias, resfriados y otros procesos que pueden afectar temporalmente a la voz. 

4. Tensión emocional. Es importante destacar el aspecto psico-emocional de la voz. El modo de comunicarse del niño, la relación que establece consigo mismo y con los demás, las tensiones emocionales y el estrés, entre otros, conforman su actitud comunicativa. “Hay pequeños que se comunican con ansia, casi sin tiempo para respirar, con mucho movimiento hacia afuera y tensiones corporales. Otros, en cambio, parece que están permanentemente cansados, tienen la voz débil y es como si hicieran un esfuerzo enorme para comunicarse, su cuerpo está cerrado hacia dentro”, expone la logopeda. 

5. El entorno. Un niño/a en un entorno donde se le hable con disfonía tiene más probabilidades de desarrollarla que en un entorno de voces sanas. Los modelos alterados de voz en la familia, en la escuela (los maestros son uno de los colectivos que sufren más disfonías), en las prácticas deportivas, en los dibujos animados de la televisión (niños que imitan voces muy alteradas simulando que son determinados personajes)… pueden favorecer el desarrollo de la disfonía infantil.

 

CÓMO TRATAR LA DISFONÍA
Las lesiones en las cuerdas vocales las diagnostica el otorrinolaringólogo mediante una prueba llamada laringoestroboscopia, con la cual puede ver las cuerdas vocales en movimiento, y así determinar el tipo de lesión, su tamaño y localización. Para solucionar la disfonía se debe reeducar de la voz. Si el tratamiento reeducador no proporciona suficiente confort vocal y las necesidades vocales del niño o niña son muy altas (especialmente niños cantores) se puede recurrir a la cirugía de cuerdas vocales, siempre teniendo en cuenta la complejidad del procedimiento y el gran esfuezo que requiere por parte del niño o niña en la recuperación post-quirúrgica (3 meses). “Es importante asegurarse de que el logopeda que escojamos se haya especializado en el tratamiento de los trastornos de la voz ya que la logopedia es una profesión muy amplia y necesita de conocimientos muy concretos para cada una de sus especializaciones; en el ámbito de la voz, por ejemplo, es importante que tenga, además del título universitario, conocimientos musicales y de  trabajo corporal entre otros“, aconseja Gemma Solà.
En cuanto al tratamiento reeducador, lo ideal es programar una sesión individual a la semana de 30–45 minutos, con ejercicios para practicar en casa y pautas para el niño y la familia. Según explica la logopeda, “dependiendo de cada caso, lo normal es hacer aproximadamente 10 sesiones y después valorar la evolución para, si es necesario, hacer otra tanda de 8 o 10 sesiones al cabo de 2-3 meses. Este período de descanso es necesario para, en primer lugar, dar tiempo al niño para que madure (la laringe y su capacidad para controlar la voz evolucionan constantemente durante el crecimiento) y también para que tenga tiempo de estabilizar sus aprendizajes e incorporarlos poco a poco a su vida diaria”.
Con niños muy pequeños (5-7 años) el programa incluye 5 sesiones. Por lo general, con 2 tandas de reeducación es suficiente para que aprenda a utilizar su voz de una manera sana. 

 

EJERCICIOS PARA PREVENIR LA DISFONÍA
En casa es muy importante realizar diariamente los ejercicios que os mande la logopeda para así mejorar más rápido. Si los padres tenéis dificultad para cantar o para saber qué tono de voz buscar, podéis pedir a la especialista que os grabe los ejercicios que se tienen que practicar en casa. Además podéis tener en cuenta las siguientes indicaciones: 

– Háblale en un tono de voz normal, ni muy fuerte ni muy débil. El niño o niña no debe gritar ni hablar fuerte, el resto de la familia tampoco y la televisión tampoco. Entre todos, intentad bajar el nivel de “ruido” de vuestro hogar. En vez de gritar para pedir o decir algo nos podemos desplazar hacia la otra persona, bajar el volumen de la televisión para hablar, mirarnos a la cara cuando nos hablamos…

– Dale masajes. En la cama, en el sofá, en el regazo… cualquier lugar es bueno para un buen masaje. Puedes hacerlo con las manos, con una pelota de goma-espuma… y busca qué partes del cuerpo sientes duras y tensas, sitios que al tocarlos el niño frunza el ceño o se apartae rápidamente. “Cuando un niño presenta disfonía casi siempre hay tensión, cómo mínimo en la nuca, en la base del cráneo, en el trapecio y en los hombros”, indica Gemma Solà

– Observa al niño de pie. Mira si está aguantándose hacia arriba, como si fuera un soldado en posición de firme: las rodillas tiesas y el pecho hacia afuera. Pídele suavemente que se suelte, que no haga fuerza con el cuerpo y que “baje”. Observa los cambios en su cuerpo (un cuerpo tenso, apretado a menudo provoca una voz tensa y apretada). Y al contrario, mira si le pesa el cuerpo, si parece que tenga un peso en los hombros. Pídele que se estire como si tuviera sueño, levantando los brazos hacia el techo y estirando cada parte de su cuerpo.

– Enséñale a modular la voz. Aprovecha los masajes en la nuca para pedirle que diga con mucha suavidad los días de la semana, o algunas frases cortas… buscad una voz que no sea brusca ni fuerte. Puede que no le salga una voz perfecta pero si nota menos esfuerzo estará bien.

– Hacer sirenas con una pajita. Con una pajita de las de sorber entre los labios dile que imite el sonido de las sirenas con la voz (aunque sólo pueda hacer una especie de “B” larga, no podrá hacer la “U” porque se caería la pajita). También puede meter la pajita en un vaso de agua medio lleno y hacer burbujas en el agua; en esta posición, dile que imite el sonido de las sirenas con la pajita dentro del agua. Debe utilizar la “RR” (caRRo) para hacer sirenas o cantar la melodía de alguna canción…

– Ejercicios sobre pelota. Utiliza un pelota grande (tipo las de gimnasia), haz que se siente sobre ella, manteniendo siempre los pies en el suelo; pídele que realice un pequeño rebote encima de la pelota y, al mismo tiempo, que vocalice algunas palabras. Debe vocalizar muy suavemente y alargando la “RR”, por ejemplo: “rrrram – rrrem – rrrim –rrrrom – rrrum”, “bram – brem – brim – brom – brum”, intentando que la voz salga y no se quede pegada al cuello. Ha de evitar el susurro y el carraspeo, ya que empeoran la voz.