Si a tu hijo ya le han comenzado a salir los dientes no debes descuidar su limpieza. Enséñale a utilizar el cepillo, ha de ser un modelo de cerdas muy suaves, adecuado a su edad. Al principio no debe utilizar pasta y, a partir de los dos años, se recomienda echarle muy poca cantidad de dentífrico infantil. Deja que te imite mientras te lavas los tuyos, ofrécele alimentos que requieran masticación y acude a las revisiones del dentista.
Una vez que han comenzado a salirle los dientes, debes enseñarle lo importante que es la higiene de los mismos a diario, sobre todo después de cada comida. Los siguientes consejos te servirán de gran ayuda para que aprenda:
Cómprale un cepillo. La odontopediatra Eva Martínez aconsejar realizar la limpieza con un cepillo infantil, de cerdas muy suaves, al principio sin pasta y luego, a partir de los dos años, con muy poca cantidad de dentífrico infantil adecuado a su edad.
Ofrécele alimentos para que mastique. En las consultas del dentista hay un leve aumento de niños con caries y sarro, problemas ocasionados fundamentalmente por tomar alimentos ricos en azúcar y que requieren poca masticación (zumos de brik, bollería, etc.); unido a que no se lavan los dientes tras el consumo de los mismos. En ese sentido, la doctora Martínez indica que sería más sano merendar, por ejemplo, un bocadillo de pan tradicional que uno hecho a base de pan de molde, puesto que este último, al ser mucho más blando, requiere menos masticación, lo que disminuye la “autolimpieza” de los dientes y favorece el acúmulo de sarro.
LLévalo al dentista. La primera visita al dentista conviene realizarla dentro de los dos primeros años, puesto que “ya hay muchos niños que a esa edad han sufrido traumatismos, tienen caries o problemas de oclusión provocados por el chupete o porque se chupan el dedo, y si no se abordan a tiempo pueden requerir tratamientos más complejos en un futuro”, explica la odontóloga infantil Eva Martínez.
Sin miedo al dentista
Para sortear estos temores, es fundamental que le expliques los procedimientos que van a realizarle en la consulta de una manera cercana y evitando palabras que puedan provocar miedo o ansiedad (“pinchazo”, “inyección”, “dolor”), ni siquiera en diminutivo como “pinchacito”. Aún así, hay niños que se resisten mucho ante un tratamiento. “Ante estos casos es importante poder averiguar cuál es el motivo del rechazo: si es el miedo a lo desconocido, si es que es un niño tímido, si ha habido experiencias negativas anteriores…”, explica la especialista.