¿Vuestro hijo ha ido por primera vez al colegio y el profesor os dice que pega a los demás niños? o cuando sale al parque, ¿pega a otros pequeños? Se trata de una situación bastante habitual que preocupa a los padres y que suele responder a varias causas. Existen pautas para corregir esta conducta en el niño que podéis poner en práctica.
El hecho de que un niño pegue por primera vez cuando acude a la guardería o al colegio es algo normal dentro de su desarrollo. “Generalmente este comportamiento suele darse entre los dos y los cuatro años siendo su pico más alto entre los dos años y medio y los tres años y medio. Hay que tener en cuenta que, para el niño, esta situación es estresante ya que acude a un lugar para él desconocido y separado de las personas que hasta ahora han sido su referencia en el mundo, por lo que está viviendo un cambio y puede reaccionar de diferentes maneras, entre ellas la agresividad”, explica Carmen Marco Llana, psicóloga experta en terapia de conducta y dificultades del aprendizaje en niños y adolescentes del centro “aprenderT” (www.aprendert.es).
Por lo general, esta conducta suele ir remitiendo según va madurando el niño y a los 4 años ya es consciente de las normas sociales al igual que ha aprendido otras estrategias para conseguir lo que quiere en un momento determinado sin necesidad de recurrir a morder o empujar.
Entre las causas que originan esta conducta, hay que destacar las siguientes: entre los 12 meses y los 3 años todavía están desarrollando su lenguaje por lo que, una de las maneras para comunicarse y expresar lo que les sucede, es a través de golpes o mordiscos; y que se encuentran en una etapa del desarrollo marcada por el egocentrismo, por el fuerte deseo de hacerse independientes, al mismo tiempo que presentan una baja tolerancia a la frustración y poco control de sus impulsos.
“En general, los niños que suelen presentar este comportamiento son niños con un temperamento fuerte, a los que les cuesta adaptarse a las normas, aquellos que ante el “no” siguen probando para ver hasta donde pueden llegar. Los hijos únicos que han estado siempre atendidos por adultos también suelen presentar este tipo de conductas”, indica la psicóloga. Pero no hay que olvidar que cada niño y familia es diferente por lo que se debe analizar cada caso clara detectar la causa por la que el niño manifiesta esa agresividad. Como dice la especialista, “a veces ocurre, por ejemplo, que los padres no pegan al niño pero muestran la agresividad de manera verbal, no sólo con el niño sino de manera general, a través de gritos o reprimendas”.
Pautas para enseñar al niño a “no pegar”
Aunque este comportamiento sea normal no significa que se deba ignorar o no corregir. El niño no sabe lo que está o lo que está mal y hay que hacérselo ver. Es muy importante ponerse de acuerdo con el colegio, es decir, escuchar lo que nos comentan sus profesores, para saber qué es lo que ocurre, cuándo y que soluciones se están llevando a cabo. De esta manera se establecerán unas pautas comunes en los dos ámbitos (escolar y familiar), de forma que el niño sea capaz de interiorizar y generalizar las mismas.
1. Establecer normas y límites claros: es importante que el niño tenga claro qué cosas puede hacer y hasta dónde puede llegar. Por ejemplo si estamos en el parque y vemos que existe un conflicto con otro niño debemos decirle que puede jugar con el niño, pero no puede pegarle. En ese momento también se le informa de la consecuencia que puede tener si el conflicto continúa o se repite, por ejemplo, le retiramos del juego. Estas normas se las transmitimos con claridad pero sin levantar el tono de voz para que no lo interprete como amenaza.
2. Enseñarle conductas alternativas: los niños de determinado rango de edad todavía no saben expresar lo que desean verbalmente por lo que es bueno que les enseñemos a pedir las cosas y a controlar sus impulsos. Ante un conflicto esperaremos primero que la tensión haya pasado y el niño esté calmado, para posteriormente intentar hablar con él de lo sucedido, comprendiendo que se haya enfadado y guiándole en la búsqueda de otras soluciones. Por ejemplo, podemos decirle al niño que exprese lo que quiere con palabras (“¿me dejas tu juguete?” “Eso que haces no me gusta, me estás molestando”) o que se lo pida a un adulto.
3. Hacerle consciente de las consecuencias: también es importante que le hagamos consciente de las consecuencias de sus actos. Una vez que esté calmado, decirle que pida perdón al niño al que ha molestado. También podemos utilizar otras consecuencias como estas: utilizar un comportamiento que sea alternativo e incompatible a la conducta de “pegar” como es el acariciar, de manera que mientras se le da la explicación de por qué no se pega se va guiando al niño para que acaricie al otro niño que ha sido agredido; utilizar la estrategia de “tiempo fuera” donde se retira al niño del lugar donde ha sucedido el conflicto de forma inmediata dándole un mensaje claro de por qué se le retira. El lugar al que lo retiremos temporalmente debe ser un espacio en el que no tenga al alcance juegos u otras compañías para entretenerse. No se trata de buscarle un sitio hostil sino un lugar que sea aburrido con escasas posibilidades de que pueda hacer algo para pasar el tiempo; otra opción es el “coste de respuesta” donde se quitará al niño un refuerzo positivo cuando aparezca la conducta inadecuada, por ejemplo se le dará el juguete con el que estaba jugando al niño con el que ha tenido el conflicto
4. Reforzar y elogiar los aspectos positivos: cuando el niño solucione un conflicto sin pegar se debe reforzar esa actuación de forma inmediata mostrándole lo contentos que estamos por su comportamiento (dándole un beso o un abrazo). En las primeras ocasiones, para generalizar esta conducta, nos podemos ayudar de refuerzos materiales como puede ser una “chuche”.
5. Los papás sois el modelo: si queremos que nuestro hijo actué sin agresividad es necesario que nosotros tomemos la misma actitud en casa, no solamente con él, sino en el entorno familiar en general. Con esto no nos referimos únicamente a la agresión física sino también verbal, debemos evitar levantar la voz y utilizar un tono agresivo.
LIBROS Y CUENTOS: se pueden utilizar cuentos para mostrarle que “pegar” no está bien. Por ejemplo, “Cuando estoy enfadado…” y “Cuando estoy celoso…” de la colección “Trace Moroney” de la editorial S.M. Hay niños que les cuesta mucho controlar la rabia o enfado, en estos casos los padres pueden trabajar con cuentos como “Había una vez… Una abeja. Cuentos para ayudar a mejorar la conducta de los niños. El autocontrol” (Editorial CEPE) o “La técnica de la tortuga”, un método para el autocontrol de la conducta impulsiva.