Los mocos son un mecanismo de defensa del organismo, por lo que no deben preocupar a los padres. Suelen durar lo que dura el resfriado o proceso vírico que los produce, es decir, aproximadamente unos siete días. Si el niño está muy molesto hay medidas para aliviarle, pero sin obsesionarse con eliminar todos los mocos porque será tarea imposible.
La mucosidad en los niños es un mecanismo de defensa de las mucosas frente a una agresión externa. No es una amenaza, sino una defensa: “Si un niño está generando mucosidad es que la mucosa de sus vías respiratorias ha contactado con un elemento extraño, desde un alérgeno hasta un virus o bacteria y esa mucosa, a través de las llamadas células caliciliales, genera mucosidad con el objetivo de “fabricar” un film o película (moco) que cubra todo el epitelio respiratorio de la zona supuestamente agredida, de manera que los gérmenes o alergenos agresores se queden pegados a él y no penetren al interior del organismo. El moco, lleno de sustancias extrañas, es transportado hasta la glotis donde se elimina expulsándolo con un golpe de tos o deglutiéndolo (tragándolo) y así es destruido en el estomago”, explica el Dr. Antonio Miguel Martín Almendros, pediatra en el Servicio Andaluz de Salud de Albuñol-La Rábita y en el centro médico Naturalia.
Mocos de colores: del amarillo al verde
El color y la consistencia del moco puede orientar acerca de la causa que lo origina. Según aclara el pediatra, la mucosidad se puede generar por un factor mecánico, como la inhalación de polvo en exceso o por respirar agentes contaminantes. “Insisto, la mucosas se defiende produciendo mocos”, dice.
– Moco de alergia. “Si la mucosidad es líquida, fluida y acuosa, puede hacer pensar que está producida por un proceso alérgico y más si es un moco de nariz. Esta fluidez del moco se suele acompañar del prurito o picor nasal. Aunque no siempre es así”, advierte el pediatra.
– Moco de infección. “Si la mucosidad es espesa, por vía nasal o en forma de esputo, puede ser blanca o ir tornándose amarilla o incluso verdosa. A mayor tinte verdoso más probabilidad hay de que la agresión sea debida a un agente patógeno bacteriano. Aunque hay excepciones”, señala Martín Almendros. El color suele ser indicativo de la carga de bacterias o virus contenidos en el moco: “Una vez que los linfocitos han fagocitado (devorado) los gérmenes que nos atacan, se mueren y pasan a formar parte de la mucosidad para ser eliminados al exterior”, explica el pediatra.
¿Sirven para algo los jarabes mucolíticos?
Los jarabes mucolíticos ya no están financiados por la Seguridad Social porque en estudios realizados no se aprecia una clara utilidad y el tiempo de evolución del proceso de vías respiratorias es el mismo con o sin uso de mucolíticos. “Mi experiencia como médico es que algunos mucolíticos, sobre todo los mucolíticos cuyo origen es natural, sí ayudan a fluidificar el moco (lo rompen) y facilitan la expulsión del mismo y la descongestión de mucosas, tanto de vías altas como bajas”, afirma Miguel Martín Almendros.
En cuanto a las infusiones para ayudar a descongestionar al niño, este pediatra pide prudencia: “Las dosis que se han de dar a los niños de principio activo (aunque sea de origen natural) depende de la edad y del peso del niño. En una infusión no puedes calcular ni controlar cuántos miligramos aportas de cada planta. No se puede dar la misma infusión a un niño de 2 años, de 6 años o de 10 años pues los requerimientos son diferentes. Mi consejo es acudir a jarabes naturales comercializados en farmacia porque al estar estandarizados y con un estricto control por parte de sanidad, sabes la cantidad de extracto o principio activo que le estás dando al niño en una cucharada de jarabe”, aconseja.
Medidas para expulsar el moco
Existen diferentes medidas para ayudar a expulsar los mocos y las flemas. El pediatra Carlos González, bastante escéptico con los jarabes para eliminar los moscos, sí ve viable en bebés que tienen la nariz muy tapada, poner unas gotas de suero en cada orificio nasal.
Por su parte Martín Almendros, recomienda en niños más mayores: el reposo, para que el organismo “ahorre fuerzas” y las dedique a la recuperación; la ingesta de agua para hidratar y fluidificar el moco facilitando su expulsión; los vapores o vahos con plantas como eucalipto y llantén que ayuden a humectar y faciliten la expulsión mucosa (siempre previa consulta con el pediatra, ya que hay niños en los que estas plantas pueden ser contraproducentes); la ingesta de alimentos que contengan vitamina C como el limón, naranja y kiwi que ayudan en el proceso inmunitario; y el uso de bálsamos medicinales (siempre previa recomendación del pediatra) con principios activos naturales, aplicados en el pecho, garganta y planta de los pies que ayudan a la respuesta defensiva y a la eliminación de la mucosidad.