Existen diferentes tipos de padres sobreprotectores que cuidan en exceso a sus hijos, no les ponen límites, les dan todos los caprichos y no les dejan enfrentarse a los problemas. El resultado es que los niños se convierten en pequeños caprichosos, egoístas y tiranos que no saben enfrentarse a los problemas.
La educación sobreprotectora es aquella en la que los padres no dejan ningún tipo de libertad o responsabilidad al niño. Temen tanto por su hijo que no le llegan a poner límites, de manera que cuando éste tiene que enfrentarse a la vida, se encuentra sin recursos y puede que en la adolescencia presente crisis patológicas para romper ese cordón umbilical que le une a unos padres para quienes ha sido siempre el centro de su vida. Suelen ser padres que no le niegan nada al niño, viven por y para él, y acaban no pudiendo controlar sus exigencias. “Todos conocemos los padres que dejan que sus hijos hagan siempre lo que quieran aunque eso conculque los derechos de los demás, padres que disculpan siempre el comportamiento del niño (tiene rabieta porque está cansado) o que echan la culpa a los demás, (pegó porque empezó el otro niño), que hablan como si fueran una misma persona (el niño no me estudia o no me come, aunque tenga 16 años)”, explica Isabel Menéndez, psicóloga infantil de la Clínica de Psicología “Isabel Menéndez Benavente”, en Gijón.
El resultados de esta educación sobreprotectora son niños que no toleran la frustración: egocéntricos, caprichosos, egoístas. Mandan en casa, exigen y amenazan, se enfada a menudo con los adultos. Suelen ser máquinas de comprar porque sus padres les han acostumbrado a eso, su autoestima está ligada a tener, a poseer. Por el contrario, también puede darse otro perfil de niños totalmente opuesta a esta descripción: tímidos, inhibidos, inseguros, con la autoestima baja porque nunca se han sentido seguros sin sus padres. Son esos niños que nunca se atreven a hacer nada, si no está papá o mamá. Que lo pasan mal en el colegio, que no se relacionan bien con los otros niños, que siempre parecen tenerle miedo a la vida. No han tenido que enfrentarse a frustraciones, y no saben como hacerlo cuando realmente deben empezar a vivir por sí solos. “Todo ello es consecuencia de los estilos educativos superprotectores, cuyos padres no les han dado las herramientas necesarias para enfrentarse a la vida. Ellos, los padres, han sido sus escudos siempre, y cuando no están, son niños sin defensas”, indica la psicóloga.
Tipos de padres sobreprotectores
– Padres que han recibido una educación autoritaria. Algunos de estos padres educan de manera sobreprotectora y consienten todo al niño porque ellos han recibido una educación autoritaria y restrictiva, por lo que quieren ser totalmente diferentes para sus hijos puesto que han desarrollado temor a la autoridad. Pasan del autoritarismo que han vivido, a la permisividad total.
– Padres inmaduros. “Posiblemente éste sea el caso más frecuente hoy, por la edad de los padres actuales. Esa superprotección lo que esconde realmente es una falta de autoridad para no tener conflictos”, dice la psicóloga. Les resulta más cómodo no luchar contra el niño y permitirle que haga lo que quiera sin ponerle demasiadas impedimentos. A veces esa misma inmadurez les lleva a pensar que pueden “traumatizar” al niño, o frustrarle, pero en realidad esconden una importante irresponsabilidad para la paternidad. Es mucho más fácil comprar de todo, consentir, así no tienen conflictos.
– Padres sin tiempo. Un factor que convierte a los padres en superprotectores es la falta de tiempo. Estos padres delegan la educación en los colegios. “Ellos simplemente se dedican a pasar con ellos buenos ratos, y su propio sentimiento de culpa hace que caigan en la trampa de no poner límites ni reglas, puesto que como en el caso de los padres separados, también tratan de compensar la falta de tiempo, de afectividad hacia sus hijos, con un exceso de permisividad”, dice la psicóloga Isabel Menéndez.
– Padres con hijos discapacitados. Por supuesto, cualquier niño que haya sufrido algún tipo de problema físico, o lo tenga, o por ejemplo, los padres han tardado en tenerlo, tiene muchas más posibilidades de que sus padres le superprotejan, igual que sucede con algunos hijos únicos, cuyos padres no tienen otra meta en la vida que facilitársela al único niño que tienen y para el que disponen de todo el tiempo del mundo.
Poner límites sin sobreproteger
– Se debe aplicar autoridad con cariño y a la vez firmeza. Hay que saber distinguir entre autoridad y autoritarismo. “La palabra autoridad proviene del verbo latino augere , que quiere decir “ ayudar a crecer” y eso es lo que se consigue cuando se ponen límites con sentido común, poniendo esos límites desde pequeños (no cuando empiezan a rebelarse en la adolescencia)”, explica la psicóloga. El hecho de mantenerse firmes ante su oposición, crear normas claras y responsabilidades claras, hace que ellos tengan un camino marcado y se sientan más seguros.
– Límites adecuados a cada edad (no podemos pedirle a un chico de 15 años que llegue a las ocho a casa), aplicar las consecuencias inmediatas cuando se traspasen esos límites, pero siempre facilitando el diálogo, pudiendo ceder, pactar con ellos, siempre que sean responsables. Pero la mejor forma de conseguir el equilibrio, es con nuestro ejemplo. “Si ellos han visto siempre que nosotros como padres, tenemos responsabilidades y las cumplimos, que les damos amor y confianza, pero sin superproteger, dejando que vayan adquiriendo independencia porque no son “ nuestros”, porque son personas a las que debemos enseñar a volar, sabiendo, por supuesto, que siempre estaremos ahí… haciendo que sientan nuestros pasos, pero no nuestro peso”, aconseja Isabel Menéndez.
El pedagogo italiano Francesco Tonucci propone una cuidad donde los niños puedan vivir en libertad, La Ciudad de los Niños: que los niños vuelvan a jugar en las calles y vayan caminando a la escuela. Para Tonucci, “se trata de humanizar las ciudades” y “dar autonomía a los niños”.
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Clínica de Psicología “Isabel Menéndez Benavente” (www.isabelmenendez.com). Psicología infantil y adolescente. Trastornos del aprendizaje. Tratamientos dislexia. Hiperactividad. Crisis adolescente. Técnicas de Estudio, etc. Cuenta con personal especializado en Niños y Adultos. Escuela de Padres.