¿Sabéis hacer pan casero? Es muy fácil y muy divertido para los niños. Les aporta muchos estímulos porque tocan y estiran la masa, y además, aprenden una de las tradiciones artesanales de nuestro país. Para innovar, podéis utilizar colores de pastelería y decorar los panes, a los niños les encanta pintarlos y ¡comérselos! Por un día, dejad que se metan en harina, ya veréis que divertido.
1. PREPARA LOS INGREDIENTES. Necesitas 1 kg. de harina de fuerza (la podrás encontrar en cualquier supermercado) y levadura madre que puedes obtener en algún horno de panadería o en supermercados (en pastillas sólidas o en polvo). Coloca el harina en una encimera de mármol, sazona con sal, mézclala con la levadura en polvo en las proporciones que indique el envase y dale forma de volcán.
2. AÑADE EL ACEITE. En el centro del volcán echa muy despacio el aceite de oliva (un vaso). Y mezcla lentamente con las manos.
5. POR ÚLTIMO, LOS COLORES. Haced pequeñas bolas, deben caber en la palma de la mano de un adulto. Y deja que el niño utilice los colores de pastelería para añadirlos a cada bollo. Debe mezclar el color con la masa. Estos colores podrás encontrarlos en cualquier supermercado, son los que se utilizan para decorar tartas. El que más se integra en la masa es el de color azul. Cuando los tengáis coloreados, dejadlos reposar en un lugar caliente y tapados con un paño de cocina.
6. AL HORNO. Debes precalentar el horno a 230 º C durante una hora antes de introducir los panes. El pan necesita una temperatura constante, por lo que una vez que introduzcas la masa no conviene que abras la puerta. También requiere cierto grado de humedad, por eso, se aconseja colocar una cazuela de horno con un poco de agua mientras lo precalientas. Introduce los panes y baja la temperatura a 200–190º C.
¿QUÉ ES EL HURMIENTO? Es la masa de harina fermentada. Con el hurmiento se consigue que la masa fermente más rápido y aumente mucho su volumen. Es fácil de obtener: cuando tengas la masa ya fermentada, guarda un poco (una bola del tamaño de un puño) para el día siguiente; envuélvela en un paño y métela en la nevera. Cuando vuelvas a amasar, añádela a la masa, así ya tendrás la levadura. Pero recuerda que no aguanta más de dos días en la nevera, ya que se pone ácida.