Pubertad precoz

La pubertad precoz es el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios de forma prematura: antes de los ocho años en las niñas y antes de los nueve en los niños. La pubertad precoz es motivo de gran preocupación tanto para los padres como para los pacientes y puede repercutir de forma negativa en su estado de salud y bienestar psicológico.

La edad en la que la pubertad se inicia es muy variable y, en condiciones normales, está influenciada por el sexo, factores genéticos, raciales, ambientales y nutricionales. Muchas madres ven cómo sus hijas se hacen adolescentes antes de lo que lo hicieron ellas. ¿Se está adelantando la pubertad en los niños de hoy? “En el transcurso de las últimas décadas se ha venido observando una tendencia a un inicio más adelantado“, afirma el Dr. Diego Yeste, endocrinólogo pediátrico en el Hospital Sanitas CIMA, en Barcelona. La Asociación Española de Pediatría también recoge en el documento “Pubertad” que “la edad de inicio de la pubertad se ha ido adelantando de manera significativa en los últimos años, en parte debido a contaminantes ambientales de acción estrogénica”
Los niños comienzan la pubertad a los 12,4 años mientras que las niñas lo hacen a los 10,1 años. Los niños la finalizan a los 15,6 años y las niñas presentan la primera menstruación (menarquia) a la edad de 12 años; de forma que en Europa se define la pubertad precoz cuando están presentes los caracteres sexuales por debajo de los 8 años en las niñas y de los 9 años en los varones. “No obstante, debe prestarse especial atención a los niños y niñas procedentes de adopción internacional o nacional, ya que son una población con riesgo muy elevado –25 veces superior con relación a la población autóctona– para desarrollar pubertad precoz. Sus causas son desconocidas, aunque se han sugerido distintos factores, entre ellos: traslado a un ambiente socioeconómico más favorable, mejoría nutricional y reducción de la situación de estrés crónico”, advierte el especialista.

 

UN PROBLEMA MÁS FRECUENTE EN NIÑAS 
El primer signo de inicio puberal en el niño es el aumento del tamaño de los testículos mientras que en las niñas es la aparición del botón mamario. En ambos sexos se acompaña posteriormente de un rápido crecimiento de la estatura y de importantes cambios de la composición corporal y de su estado psicológico y afectivo.
La pubertad precoz afecta fundamentalmente a las niñas –diez veces más que en los niños– y conlleva no sólo los cambios físicos de la pubertad, sino también una aceleración del crecimiento y de la maduración ósea, que conduce a una fusión temprana de los cartílagos de crecimiento y por tanto a una talla adulta baja.
Cuando la edad de inicio de la pubertad está comprendida entre los 8 y 9 años en las niñas y entre los 9 y 10 años en los niños se estima que se trata de una variación extrema del desarrollo normal (pubertad adelantada). “Es importante señalar que estudios recientes ponen de relieve que cuando la pubertad se inicia en esta franja de edad se produce un fenómeno compensatorio para ambos sexos, de forma que cuando es más temprana la edad del comienzo del desarrollo puberal, ésta tiene una duración más prolongada, así que estos niños alcanzan finalmente tallas semejantes a los que maduran a edades posteriores. Estos estudios desmitifican la creencia general de que el inicio adelantado de la pubertad determina una pérdida significativa de la talla en la edad adulta”, explica el Dr. Diego Yeste. No obstante, es aconsejable que un endocrinólogo infantil evalúe y mantenga un estrecho control y vigilancia del ritmo y progresión de los cambios puberales en estos niños ya que existe el riesgo potencial de que se trate de una pubertad rápidamente progresiva y de que finalmente la estatura se vea afectada.

 

FACTORES QUE PUEDEN DESENCADENAR LA PUBERTAD PRECOZ 
Durante la pubertad se producen importantes cambios en la composición corporal del organismo con un incremento muy significativo de la masa muscular y de la masa ósea en ambos sexos, motivo por el que es muy importante en esta etapa de la vida adecuar la ingesta de nutrientes al incremento de sus necesidades metabólicas. La promoción de estilos de vida saludables junto a una dieta equilibrada y normocalórica (sin exceso ni defecto de calorías) es fundamental. Debido a que en la pubertad se adquiere un porcentaje muy significativo de la masa ósea con la que va a contar un individuo a lo largo de la vida debe prestarse atención al aporte adecuado de calcio y vitamina D: la dieta debe contener entre 1.000 y 1.200 mg de calcio al día, cantidad que se obtiene fácilmente con el consumo diario de 30 gramos de queso, 1 vaso de leche de 250 cc. y 2 derivados lácteos o de 2 vasos de leche de 250 cc y 1 derivado lácteo. La vitamina D se obtiene con los rayos del sol, por lo que se recomienda el ejercicio al aire libre.
Se han identificado diversos factores ambientales que pueden contribuir al descenso de la edad de inicio de la pubertad; entre ellos se encuentran el sobrepeso y la obesidad, el aumento de la ingesta de proteínas de origen animal, la exposición a sustancias químicas que mimetizan la acción de las hormonas naturales (fitoestrógenos, pesticidas, plásticos y otras sustancias químicas industriales) y el haber nacido pequeño para la edad gestacional. “Desconocemos las razones por las que las niñas parecen ser más sensibles a estos contaminantes ambientales”, apunta el especialista.
La pubertad precoz tiene un impacto importante tanto en el desarrollo físico como en el psicológico del niño y de su familia y puede incrementar el riesgo de sufrir situaciones de estrés, ansiedad, depresión y de trastornos de la conducta alimentaria y psicosociales. Presentan mayor riesgo de padecer anorexia, de iniciarse en el consumo de alcohol o drogas y de que empeore su rendimiento escolar; y en el caso de las niñas de mantener relaciones sexuales y de embarazos no deseados. Es aconsejable por ello contar con la colaboración de un psicólogo o paidopsiquiatra infantil experto en este área.

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