¿Qué mascota le conviene?

Para que un niño disfrute de su mascota y no sea un simple objeto de contemplación, debe existir cierta interacción entre el pequeño y el animal. Lo ideal es que tu hijo goce de cierta independencia motriz (controle la fuerza de sus manos, mantenga el equilibrio, etc.) y tenga edad suficiente para hacerse responsable del cuidado de la mascota.

Los padres deben evitar la compra compulsiva de cualquier mascota simplemente porque el niño la pida y sin haber reflexionado sobre si es adecuada para la edad del niño, si van a tener tiempo suficiente para cuidarla, dinero para atender sus necesidades, etc. En segundo lugar, deben elegir una mascota teniendo en cuenta la edad del niño, el carácter, el tiempo disponible… y asesorarse en los comercios especializados sobre los cuidados y atenciones que requieren. En tercer lugar, han de  llegar a un acuerdo con el niño que va a hacerse responsable de los cuidados de la mascota y hacerle entender que no se trata de un capricho para unos días, sino que las mascotas pueden llegar a vivir varios años y tienen necesidades básicas que es necesario no desatenderlas nunca.

 

Qué mascota le conviene al niño
Por ejemplo, un niño de un año puede disfrutar viendo el movimiento de un pez en una pecera, pero aún es demasiado pequeño para poder responsabilizarse de la administración de la comida o el mantenimiento del acuario. Por otro lado, un niño de cuatro años puede ser el cuidador principal de una cobaya o un hámster, sacarlo de la jaula un rato al día, cambiar el lecho, etc., pero es demasiado pequeño para sacar a pasear a un perro“En cuanto al carácter del niño, es cierto que un conejo, que se asuste fácilmente, no será el mejor candidato para un niño hiperactivo o demasiado brusco, como tampoco lo sería un canario, pero un perro puede ser una buena opción”, recomienda Roger Catalan Bravo, veterinario colaborador de Nestlé Purina.
En general, se desaconsejan las mascotas que el niño sea incapaz de controlar. Un niño de diez años puede encargarse de la alimentación, cepillado y paseos de un perro de raza Cocker o un Schnauzer miniatura, pero quizás no sería muy recomendable tener un perro de raza Dogo de Burdeos, que fácilmente sobrepasa el peso del propio niño. Además, las leyes impiden que un menor sea quien pasee, por ejemplo, a un perro de los incluidos en las leyes de perros peligrosos.
Los niños de corta edad pueden no saber interpretar los signos de enojo de un perro o un gato, o no saber evitar la mordedura de un hurón o de un loro, pero éstas pueden ser mascotas perfectas para niños ya entrados en la adolescencia.


Beneficios que aporta tener una mascota
La adquisición de hábitos y rutinas, por ejemplo, hábitos de higiene y alimentación. “Les damos la oportunidad de tener alguna responsabilidad, de sentir que algo o alguien depende de ellos y que si lo hacen bien, el animal disfrutará de una vida larga, sana y feliz. Además, al tratarse de seres vivos, facilita que los niños entiendan mejor los procesos biológicos como la enfermedad, envejecimiento o incluso la muerte”, explica el veterinario. Cuidar de un animal es una actividad enriquecedora desde el punto de vista emocional. Tener a un animal cerca facilita la comunicación hacia ese animal y hacia las otras personas de alrededor.
Ciertas alteraciones mentales pueden mejorar mucho con la terapia asistida con animales. Existen muchas fundaciones de ámbito local o autonómico que pueden asesorar a los padres. Lo mismo ocurre para problemas degenerativos o alteraciones musculoesqueléticas del niño para las que puede estar indicada, por ejemplo, la terapia con caballos.

 

¿Las mascotas tienen celos de los bebés?
Es habitual que los perros, por ejemplo, asocien la presencia de un bebé en casa con la pérdida de ciertos beneficios o privilegios
. “Si hasta la llegada del bebé dedicábamos dos horas diarias al paseo y juego, le dejábamos entrar en todas las habitaciones y subirse al sofá y, de repente, llega un bebé a casa y ya no se le permite subir al sofá, entrar en la habitación de matrimonio en la que está la cuna y solo lo sacamos a pasear 30 minutos diarios, el perro puede sufrir cierto grado de ansiedad”, advierte Roger Catalan Bravo. 
Lo mejor para prevenir estos comportamientos es el cambio gradual de hábitos y rutinas unos meses antes de que el bebé llegué a casa. Podemos disminuir el tiempo de paseo cinco minutos por semana hasta llegar al tiempo previsto y empezar a cerrar la puerta del dormitorio para que el perro no pueda entrar a ella desde el conocimiento del embarazo.
También podemos reforzar de forma positiva la presencia del bebé en casa. Es normal que cuando estemos cambiando o bañando al niño no podamos estar demasiado con el perro. Para evitar que empiece a adoptar comportamientos de petición de atención, podemos guardar uno de sus juguetes preferidos y ofrecérselo solamente cuando las tareas de cuidado del bebé nos impiden estar con él, o darle aquella “chuchería” que tanto le gusta solo cuando tengamos que atender al niño, de manera que asocie la presencia del niño con algo positivo y no al contrario.
Si el animal llega de nuevo a un hogar en el que ya hay un bebé, aprenderá a vivir en este grupo, con sus normas de convivencia ya creadas, y no tiene por qué tener este sentimiento de “celos” hacia el bebé.

 

Enfermedades frecuentes de las mascotas
Los dos grupos de enfermedades más frecuentes transmitidas por los animales domésticos son las parasitarias y las dermatológicas. Es fundamental contar con una buena higiene, tanto del animal como de sus instalaciones, pues ello contribuye a disminuir la probabilidad de transmisión de estas enfermedades. Sería aconsejable acudir al veterinario tras la adquisición del animal para que el profesional confirme su buen estado sanitario y pueda aconsejarnos sobre su manejo y cuidados y los posibles tratamientos preventivos periódicos.
Otro aspecto fundamental son los hábitos higiénicos del niño. Debe quedar muy claro que es fundamental no comer ni beber mientras se esté jugando con el animal y que una vez terminado el periodo de juego debe lavarse las manos con agua y jabón. Los padres son un buen modelo al que seguir, por lo que ellos también deben cumplir esta simple norma sanitaria. 
Siempre que se detecte algún cambio en el grado de actividad del animal, un cambio en el consumo de alimento, consistencia de las heces, alteraciones del pelo, heridas, etc., debe acudirse al veterinario y extremar las medidas de higiene.
Existe una enfermedad, la alergia al pelo o epitelio de determinados animales, que puede impedir que un niño tenga como mascota a un conejo, a un gato o a un perro, pero en estos casos puede optarse por los reptiles o los peces.