Sol sí, pero con protección

El sol es beneficioso para la salud de nuestros hijos: ayuda a que el calcio se fije a los huesos y puedan crecer sin problemas. Pero hay que saber cuándo no deben exponerse a sus rayos y cómo han de protegerse. La acción del sol es acumulativa y persistente, y las quemaduras que se sufren en la infancia pasan factura a la salud de la piel cuando se llega a adulto.

La exposición al sol es beneficiosa y necesaria para la vida humana; promueve la síntesis de vitamina D, ayudando a que el niño crezca, y estimula positivamente el estado de ánimo. Sin embargo, una sobreexposición a los rayos del sol puede acarrear una serie de efectos nocivos para la piel; además de las quemaduras, puede ser el detonante de manchas, arrugas, cataratas y cáncer cutáneo a largo plazo. “Durante la edad infantil la exposición al sol es prolongada gracias a las vacaciones y las actividades extraescolares al aire libre, de tal manera que en las dos primeras décadas de la vida se ha recibido entre el 50 y el 80% de la radiación total que se recibirá a lo largo de toda la vida”, explica la dermatóloga Ángela Hernández. Y añade que si además el pequeño ha sufrido quemaduras solares por exposiciones cortas e intensas, aumentará el riesgo de padecer cáncer cutáneo en el futuro.

Cuándo no deben tomar el sol los niños
Los niños pequeños son más vulnerables a la radiación solar. La epidermis (la capa más superficial de la piel) infantil tiene menor número de melanocitos y presenta una menor unión entre sus células, lo cual facilita que la radiación solar atraviese la piel. La dermis, que es la capa intermedia de la piel, también es mucho más fina que la del adulto y no madura por completo hasta los tres años de la vida, por lo que su función barrera y de protección inmune es sólo parcial. Finalmente, las glándulas sudoríparas que ejercen la termorregulación, también son ineficaces hasta los tres años, por lo que los niños pueden sufrir golpes de calor y deshidratarse con facilidad.
Los bebés menores de 6 meses son muy sensibles a los efectos de la radiación solar, por lo que se debe evitar la exposición directa, incluso aunque lleven protección solar. Y para todos, en general, hay que evitar tomar el sol durante las horas centrales del día: de 12 de la mañana a 17:00 h de la tarde.
Existen enfermedades cutáneas como el lupus eritematoso que empeoran con la exposición solar, así como los nevus melanocíticos (lunares o manchas en la piel), cuyo riesgo de malignización aumenta con la radiación del sol. Otras lesiones, como los angiomas y los hemangiomas, no experimentan transformación maligna con la exposición solar.

¿Cómo debe ser la crema protectora para niños?
La crema protectora ideal será aquella que proteja eficazmente de la radiación UV de tipo A y de tipo B. Los fotoprotectores más adecuados para los niños son los físicos y los órgano–minerales. Los primeros suelen llevar zinc, dióxido de titanio o mica; estos compuestos reflejan las radiaciones solares sin absorberlas, evitando el eritema (enrojecimiento de la piel) y el bronceado. “Desafortunadamente, tienen mala cosmética, porque se extienden mal y dejan un color blanco y la superficie cutánea algo pegajosa, pero no se absorben a través de la piel ni la sensibilizan, por lo que son los más recomendables en niños”, indica la dermatóloga. Los fotoprotectores órgano–minerales son derivados del benzotriazol que no se absorben, y que a pesar de tener moléculas inertes, tienen buena cosmética.
Se recomienda que los niños utilicen un factor de protección solar (FPS) alto, de al menos 30, para minimizar el efecto de su inmadurez cutánea en los primeros años de la vida y de su prolongada exposición en etapas más avanzadas. Cuanto más claro sea el tono de la piel, mayor factor de protección solar necesitará el niño.

Decálogo para prevenir la sobreexposición al sol
1. El mejor fotoprotector es el fotoprotector “físico” (gorros, camisetas, gafas de sol, monos de playa). Es importante que las gafas estén homologadas.
2. Es recomendable permanecer a la sombra, ya que la radiación solar en esas zonas es relativamente menor (¡pero sólo relativamente!)
3. No es recomendable exponer a los bebés al sol, ni siquiera aplicándoles cremas protectoras, las cuales pueden sensibilizar su piel.
4. Es conveniente aplicar un fotoprotector solar con un índice igual o mayor de 30, preferentemente de tipo mineral u órgano-mineral.
5. Aplicar el fotoprotector media hora antes de la exposición solar.
6. Aplicar el fotoprotector en todo el cuerpo y en cantidad suficiente.
7. Repetir aplicaciones cada 2–3 horas, sobre todo si el niño se baña.
8. Evitar la exposición solar en las horas centrales del día (12:00 a 17:00).
9. Las radiaciones solares son más intensas en la nieve, la playa y en zonas de mayor altitud (montaña).
10. La máquinas de radiación ultravioleta no son recomendables, ni mucho menos inocuas.

Más información
Para informar a la población del riesgo diario de radiación ultravioleta, la OMS ha creado un sencillo índice que informa a la población del riesgo de sufrir quemaduras solares en función de las circunstancias metereológicas y el fototipo individual (www.aemet.es).