Existen diferentes tipos de tos infantil que pueden orientar sobre la causa que las origina: bronquiolitis, asma, atragantamiento, laringitis, resfriado… El tratamiento dependerá de los síntomas, de cómo evolucione la tos y de si el niño presenta dificultad para respirar.
La tos es un reflejo producido por la irritación o inflamación de la vía aérea, desde la nariz a los pulmones, y tiene la función de expulsar del sistema respiratorio los gérmenes o cuerpos extraños que hayan entrado en él o las secreciones que se produzcan en su interior. “La tos es muy importante para que la garganta, los bronquios y los pulmones se limpien bien de los “huéspedes” que no deberían tener”, explica el Dr. Fernando Echávarri Olavarría, miembro de la Sociedad Española de Neumología Pediátrica y jefe de Servicio de Pediatría y Neonatología Neumología Pediátrica en el Hospital Universitario Fundación Alcorcón. La tos es un síntoma, es decir, no es una enfermedad sino una reacción común a muchas enfermedades. “En general, se puede decir que la tos húmeda o productiva (se expulsa moco o flema al toser) hay que facilitarla para que las secreciones sean blandas, fluidas y fáciles de movilizar. Eso se consigue bebiendo líquidos y en casos muy excepcionales –como fibrosis quística y otras enfermedades– con fármacos”, indica el neumólogo. En cambio, la tos irritativa o seca que no moviliza moco, “no suele precisar tratamientos y basta con esperar a que su causa desaparezca”.
Tos de resfriado
Los resfriados pueden empezar con una rinitis transparente (goteo nasal), que se acompaña más tarde de tos seca que evoluciona a tos húmeda o productiva. ”Al progresar a tos húmeda, los mocos pueden hacerse más espesos y tomar un color más amarillo–verdoso, y pueden aparecer otros síntomas como dolor de garganta, ojos rojos e incluso fiebre”, explica el especialista. Tras unos días, todos estos síntomas van disminuyendo y la tos suele tardar varios días en desaparecer del todo, incluso puede durar una semana. En general, no se recomienda tratamiento farmacológico para la tos de resfriado, basta con beber abundante líquido para fluidificar las secreciones.
Tos de bronquiolitis
Normalmente la bronquiolitis empieza como un catarro nasal, aunque a veces la dificultad para respirar aparece desde el principio. La tos puede ser de cualquier tipo, inicialmente más seca y espasmódica y al cabo de unos días más húmeda y con pitos en el pecho y dificultad para respirar. Puede acompañarse de fiebre, moco claro y vómitos en los que se expulsa mucosidad y suele durar varios días. “No tiene ningún tratamiento especifico, más allá de facilitar la alimentación al lactante que la padece y asegurar la limpieza de las vías altas (nariz). Será el pediatra del niño quien vigile la evolución de la bronquiolitis. Cuando aparece dificultad para respirar –el niño respira más rápido de lo normal o se le hunden las costillas– y si se producen apneas (deja de respirar durante unos segundos) o color oscuro de los labios, hay que ir a urgencias de inmediato”, advierte el neumólogo.
Tos de laringitis
La tos de la laringitis es la más fea que hay, si se oye una vez es difícil olvidarla: aparece de madrugada, unida a afonía, y produce un ronquido al inspira el aire (estridor). Si dificulta la respiración del niño, hay que acudir al médico para que establezca un tratamiento. “La tos de la laringitis no tiene un tratamiento especial, pero si el niño respira trabajosamente, se puede administrar dexametasona oral o nebulizaciones de budesonida o adrenalina”, indica el Dr. Fernando Echávarri. En algunos casos (no siempre), el aire frio y la humedad pueden aliviar la dificultad respiratoria de la laringitis, por eso hay pediatras que recomiendan crear un ambiente de vapor dentro del baño e introducir al niño.
Tos nocturna
Es habitual que la tos se incremente de noche por varias causas: al final del día se padece la irritación de la via aéra de toda la jornada, disminuye el tono fisiológico broncodilatador, y al estar en posición tumbado el moco se desliza por la faringe produciendo tos. La mayoría de las veces esa tos nocturna no les impide descansar, porque o no les despierta o si lo hace se vuelven a dormir rápidamente. Los padres no deben atribuir a los niños las molestias que la tos produce a los adultos. “La posición semiincorporada se recomienda para atenuar la tos –porque el goteo de secreciones por faringe es más rápido– y para evitar que las vísceras del abdomen del niño horizontal presionen al diafragma durante las inspiraciones.
Tos de asma
La tos del asma puede ser seca y repetitiva o más húmeda si la crisis asmática se acompaña de infección respiratoria, como suele suceder en los niños pequeños. El asma aparece por una inflamación de los bronquios que desencadena la tos, que puede estar provocada por alergia o por infección respiratoria. “Muchas veces la tos seca anuncia el comienzo de la crisis y los pacientes y sus familias llegan a conocerla bien. En ese caso, hay que estar atento y en cuanto comiencen las sibilancias o la dificultad respiratoria conviene empezar a administrar broncodilatadores inhalados (salbutamol o terbutalina), tal como debe constar en el plan de tratamiento que el pediatra o neumólogo infantil haya proporcionado a la familia”, indica el Dr. Fernando Echávarri.
Tos de atragantamiento
La aspiración de cuerpo extraño es una circunstancia potencialmente grave que hay que prevenir. No se debe dejar a un niño jugar con objetos pequeños con los que se pueda atragantar, como monedas y piezas de juguetes. También hay que evitar que niños de menos de 4 años coman frutos secos enteros o caramelos que se mastican mal y fácilmente puedan colarse a la vía aérea. “Si un niño se atraganta con comida o uno de esos objetos, lo que hay que hacer es animarle a toser (que es lo más efectivo) y solicitar ayuda médica lo antes posible”, aconseja el neumólogo. En los cursos de reanimación cardiopulmonar básica, recomendables a todos los padres, se dan instrucciones muy precisas sobre la atención urgente en estas circunstancias.
Tos crónica
Hay niños que tienen tos de continuo, una situación que preocupa mucho alos padres. Sin embargo, hay que decir que es habitual que los niños pequeños que acuden a la guardería padezcan con frecuencia hasta 5–6 episodios de catarros al año. La tos que producen puede durar hasta tres o incluso cuatro semanas, aunque lo más habitual es que cesen en una o dos semanas. “Se considera tos persistente cuando supera las 4 semanas. Un niño no debe toser de forma habitual. Si lo hace, lo primero es comprobar si la tos es persistente, pero debida a una sucesión de distintos catarros y gripes, sin tiempo entre ellos para que la tos cese del todo. Y no hay que olvidarse de que el tabaco en la casa es un irritante continuo para las vías aéreas de los niños”, aclara el especialista. En caso de que la tos persista más allá de cuatro semanas, se debe acudir al pediatra para que valore el caso y busque si existe alguna patología que causa esa tos mantenida. “Tratar únicamente la tos con jarabes antitusivos significa ocuparse del humo en lugar del fuego”, concluye el neumólogo.