El 80 por ciento la de toxina botulínica tipo A que se utiliza en España se emplea en tratamientos de salud. Un amplio porcentaje se administra en niños, a edades cada vez más tempranas, para tratar diferentes enfermedades que cursan con espasticidad (rigidez y tensión muscular). Según indica la Dra. Carolina Colomer, directora médica del Servicio de NeuroRehabilitación de Hospitales Nisa, en la actualidad, la tendencia es iniciar las infiltraciones a edades cada vez más precoces, para prevenir el inicio de contracturas fijas e iniciar el correcto aprendizaje motor cuanto antes. Normalmente, el uso de toxina botulinica se empieza a valorar a partir de los 2 años.
El 80 por ciento la de toxina botulínica tipo A que se utiliza en España se emplea en tratamientos de salud. Un amplio porcentaje se administra en niños, a edades cada vez más tempranas, para tratar diferentes enfermedades que cursan con espasticidad (rigidez y tensión muscular). Según indica la Dra. Carolina Colomer, directora médica del Servicio de NeuroRehabilitación de Hospitales Nisa, en la actualidad, la tendencia es iniciar las infiltraciones a edades cada vez más precoces, para prevenir el inicio de contracturas fijas e iniciar el correcto aprendizaje motor cuanto antes. Normalmente, el uso de toxina botulinica se empieza a valorar a partir de los 2 años.
Para qué sirve el botox en niños
Según la doctora, lo que se pretende con la infiltración del botox en los músculos de los niños es que, mientras dura el efecto, se pueden poner las férulas o hacer ejercicios (cuando el músculo está rigído es muy difícil realizarlos) de rehabilitación, como fisioterapia, terapia ocupacional, ortesis. “Así se consigue que estiren los tejidos y/o aprendan los movimientos”, dice. Su efecto se empieza a notar a las 24–48h de la infiltración, alcanzando su pico máximo a las 3–5 semanas y su efecto suele durar entre 3–6 meses.
“La infiltración se puede repetir a partir de los tres meses de la anterior, cuantas veces se considere necesario y se vaya viendo que resulta útil, sin considerarse en ningún momento peligroso para la salud del niño, ya que se considera seguro y sus efectos secundarios son leves, raros y transitorios”, explica. Cuando se realiza bajo la supervisión de especialistas médicos y en el contexto de un programa de rehabilitación, la tasa de éxito es muy elevada, concluye la experta.