Con la llegada del buen tiempo se incrementan las salidas y la práctica de deporte al aire libre, todo ello aumenta la sudoración. Si se pierde más líquido del que se ingiere, se puede llegar a la deshidratación, por lo que hay que prestar especial atención a las situaciones que pueden favorecerla: calor y sequedad ambiental anormalmente elevados, fiebre, diarreas, vómitos, etc. Se desaconseja realizar actividades físicas en las horas centrales de días calurosos, usando excesivas prendas de abrigo, exposición exagerada al sol, etc.
Con la llegada del buen tiempo se incrementan las salidas y la práctica de deporte al aire libre, todo ello aumenta la sudoración. Si se pierde más líquido del que se ingiere, se puede llegar a la deshidratación, por lo que hay que prestar especial atención a las situaciones que pueden favorecerla: calor y sequedad ambiental anormalmente elevados, fiebre, diarreas, vómitos, etc. Se desaconseja realizar actividades físicas en las horas centrales de días calurosos, usando excesivas prendas de abrigo, exposición exagerada al sol, etc.
– Si estás embarazada o le das el pecho a tu hijo necesitas tomar más líquido (agua, bebidas con sales minerales, zumos, etc). Durante el embarazo y la lactancia se recomienda consumir entre 2,5 y 3 litros diarios de líquido (10 vasos de agua diarios), repartidos en pequeñas ingestas a lo largo del día. Hay que evitar exponerse directamente al sol, evitando las horas de calor y no realizar esfuerzos excesivos ni ejercicios que puedan desencadenar contracciones. Sí puedes realizar ejercicio suave (caminar, nadar), pero después del mismo es muy importante que repongas los líquidos y sales minerales perdidas por el sudor. La lactancia materna también aumenta los requerimientos de líquidos y la sed, por eso debes beber todo lo que el cuerpo te pida. Beber durante el embarazo agua con sales minerales no altera el equilibrio mineral de la gestante, a excepción de un incremento en la ingesta, absorción y retención de sodio.
– Los niños y lactantes necesitan más líquidos que los adultos y tienen más riesgo de deshidratación. En situaciones especiales (diarrea, fiebre, vómitos) debe asegurarse un correcto aporte de líquidos y consultar al médico lo antes posible.
– Los síntomas que orientan hacia un cuadro de deshidratación son, entre otros, sed, sequedad de las mucosas y de la piel, disminución de la cantidad de orina y, en casos más graves, pérdida brusca de peso, orina oscura y concentrada, somnolencia, dolor de cabeza…