La gran mayoría de los ahogamientos se registran en piscinas privadas, muchas de las cuales no cumplen con los requisitos necesarios para garantizar la seguridad de la población más vulnerable. Se estima que más del 60% de las piscinas privadas no cuentan con un sistema de vallado adecuado. En el 88% de los casos de ahogamiento, los padres o responsables de la seguridad del niño admitieron haber tenido un despiste. Por ello, las recomendaciones desde el Comité de Prevención de Lesiones son
muy claras:
– Enseñar a nadar a los niños pequeños lo antes posible.
– Extremar la vigilancia de los menores.
– Los niños pequeños deben llevar flotadores que les protejan durante su estancia, aunque no se estén bañando.
– Instalar vallas de protección que impida acceder al menor al recinto sin compañía de adultos.
“Con la adopción de estos consejos lograríamos evitar la elevada mortalidad y morbilidad asociada a los ahogamientos. Un niño que permanece más de cinco minutos en el agua tiene un elevado riesgo de presentar secuelas neurológicas”, subraya el doctor Pou. En niños más mayores y adolescentes, también se produce una tasa considerable de ahogamientos “inclusive en jóvenes que saben nadar”. Una parte de los mismos se produce por el uso de toboganes y otros por los saltos al borde de la piscina. En el mar abierto, son los adolescentes el principal grupo de riesgo, “sobre todo cuando se asocia al consumo de alcohol”.