El sistema AULA ha sido desarrollado por la empresa Nesplora en colaboración con el Grupo de Neuropediatría de la Clínica Universidad de Navarra. Analiza el comportamiento del niño dentro de una clase escolar virtual, gracias a unas gafas 3D y un sensor de movimiento. El niño percibe la prueba como un juego, en el que hay que realizar una tarea mientras se presentan diferentes distractores típicos de un aula escolar. A través de su actuación se evalúan los factores que determinan la existencia de TDA-H como atención sostenida, atención dividida auditiva y visual, impulsividad, hiperactividad, tendencia a la distracción y velocidad de procesamiento. “Hasta ahora, ningún test permitía una evaluación tan completa, en un entorno simulado al natural, con baremos tan amplios y en población española”, explica Isabel Orjales, profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación en la Facultad de Psicología de la UNED, y una de la mayores expertas en TDA-H.
En un estudio de la Clínica Universitaria de Navarra se comparó AULA con otras herramientas clásicas de atención de papel y lápiz, como el test de caras, y con uno de los test de ejecución continua más utilizados, el “CPT de Conners”. Los resultados fueron que “mide igual de bien que estos test, pero evalúa más variables que éstos”.
Un niño hiperactivo por aula
“El TDA-H es un trastorno que afecta entre un 3% y un 6% de los niños en edad escolar por lo que es habitual que se pueda encontrarse por lo menos un niño en cada aula de 25 alumnos”, comenta esta experta. “Los niños que presenta este trastorno muestra mayor inmadurez en las funciones asociadas al lóbulo frontal, muestra mayor fatiga en tareas que requieren atención sostenida, tienen más dificultades que los niños de su edad para regular su atención y para resistir la distracción ante estímulos irrelevantes”, explica la profesora Orjales. “La mayoría de estos niños, añade, tienen más problemas de lo esperado para regular su conducta, inhibir sus impulsos o censurar emociones pero también para pararse a pensar, sopesar las alternativas antes de tomar decisiones y prever las consecuencias de sus actos”.
El diagnóstico de TDA-H suele demorarse meses o años, destaca Isabel Orjales. En ocasiones, los síntomas se manifiestan de forma temprana pero se compensan con buenas capacidades, apoyo escolar o familiar y no alcanzan niveles desadaptativos los primeros años y, cuando lo hacen, a menudo se consideran un problema de actitud, “que se achaca la mayoría de las veces a la mala educación”. Y parte de los problemas de detección se centran en el “mito compartido por muchos profesores de que los niños con TDAH deben ser totalmente incapaces de mantener la atención cuando la realidad es que son niños que con una motivación extra (por el tipo de tarea, por la promesa de un premio o la amenaza de un castigo) pueden llegar a vencer puntualmente la fatiga y las dificultades para regular la atención. De ahí la utilidad de contar con herramientas de evaluación de la atención que puedan hacer más visibles y de forma objetiva estas dificultades”, aclara.