A lo largo de la lactancia pueden surgir contratiempos. Te hablamos de los más frecuentes y de cómo solucionarlos para que puedas seguir dándole el pecho a tu pequeñín. Comprobarás con satisfacción que en ningún caso se recomienda suspender la lactancia materna. Consulta con tu médico ante cualquier duda y ten mucha paciencia, mantener la lactancia cuando surgen problemas cuesta, pero se consigue.
Ingurgitación. En los primeros días de la lactancia, puedes notar el pecho hinchado y duro, incluso doloroso al tacto. Se produce cuando tiene lugar la subida de la leche, pero esto no ocurre porque haya mucha cantidad o esté retenida, sino porque durante el proceso de subida de la leche tiene lugar una inflamación del tejido mamario. No suele durar más de 24 horas, si se alargan durante más tiempo estas molestias debes acudir al médico. Date una ducha caliente o aplica paños de calor (sin quemar) sobre el pecho para facilitar la salida de la leche y luego pon al bebé a mamar. En caso de que no se agarre bien por la hinchazón (es como acercar una boca sin dientes a una manzana verde), has de sacarte un poco de leche para ablandar la mama y después poner al niño. Los pechos deben quedar bien descargados, si no lo hace el bebé debes hacerlo tú con el sacaleches. Una vez finalizada la toma ponte paños fríos sobre las mamas para aliviar la congestión y utiliza un sujetador que te recoja bien el pecho.
Grietas y dolor de pezones. Durante los primeros días de la lactancia es normal que los pezones estén doloridos. Si la situación persiste más allá de una semana o no se limita al inicio de la toma, es muy posible que no coloques bien al bebé a la hora de mamar. Suele suceder porque el pequeño sólo succiona el pezón (debe tomar también una gran parte de la areola) o porque la posición de su cuerpo no es la adecuada (debe estar pegado a tu cuerpo, ombligo con ombligo). Las grietas suelen aparecer durante los primeros días de la lactancia y su principal causa es la mala postura del bebé al mamar. Aunque también favorece su aparición el lavado frecuente de las mamas. Lo indicado, como en el caso de los pezones doloridos, es corregir la técnica de lactancia. Para disminuir el dolor de las grietas se recomienda estimular el pezón y favorecer la salida de la leche antes de que el niño se agarre. Si las grietas afectan a una sola mama, lo mejor es darle de mamar primero del pecho sano, así succionará con menos fuerza del enfermo. Tras la toma, se aconseja aplicar unas gotas de leche materna sobre el pezón y dejar secar al aire durante unos minutos con el fin de ayudar a que cicatricen. Las pezoneras de silicona delgada para proteger el pezón en caso de dolor pueden ayudar en algunos casos. Conviene que acudas al médico o a la matrona para que revise las grietas, por si se infectan.
Mastitis. Produce enrojecimiento en una zona del pecho (la más frecuencia es el cuadrante superior externo); esa parte aparece también muy caliente, dura y dolorosa al tacto. En algunos casos, además, puede haber fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y malestar general. Ocurre porque la leche queda retenida en la mama dando lugar a una infección que se desarrolla a las 24 o 48 horas después de aparecer el endurecimiento del pecho. Este problema suele ocurrir cuando ya está instaurada la lactancia. Debes acudir al médico. El tratamiento suele consistir en la toma de antibióticos compatibles con la lactancia y en vaciar bien la mama. “Se aconseja seguir dándole el pecho al bebé”, puntualiza la matrona Carmen García. Cuando veas que hay una zona del pecho que está endurecida tras la toma, conviene que cambies de postura a la hora de dar de mamar al bebé para que vacíe bien la mama. Si no la vacía, sácate la leche con un sacaleches.
Hongos. Cuando se detectan, el problema suele estar bastante evolucionado. Al principio surgen unas pequeñísimas manchas blancas en el pezón y la areola, que incluso puede parecer pelusilla blanca. Se retira fácilmente al pasar una gasa, aunque debajo queda una zona enrojecida. Con los días estos puntitos blancos se extienden y tienden a juntarse dando lugar a manchas más visibles. No producen fiebre, pero sí dolor y molestias en el pezón. “Suele ocurrir por usar discos empapadores y no cambiarlos con frecuencia”, explica la matrona. Con frecuencia aparecen también en la boca del bebé. Has de consultar con el médico para que prescriba el tratamiento. Éste suele consistir en aplicar antifúngicos (fármaco contra el hongo) en crema o en gel sobre el pezón y la areola. También se recomienda aplicarlos dentro de la boca del bebé. En ningún caso debes suspender la lactancia materna.