Bebé que regurgita tras las tomas

El bebé con reflujo suele regurgitar con frecuencia tras las tomas. El problema suele desaparecer a medida que el pequeño crece y madura su sistema digestivo (alrededor de los 18 meses), mientras tanto, debes poner en práctica una serie de medidas posturales y, si el pediatra lo recomienda, espesar su alimentación.

El reflujo gastroesofágico fisiológico es frecuente en los bebés. Ocurre porque el niño presenta inmadurez en el esfínter esofágico, una válvula que evita que el alimento contenido en el estómago vuelva otra vez hacia atrás (al esófago y después a la boca). La consulta por vómitos y regurgitaciones del recién nacido es el segundo motivo de consulta en urgencias (con un 10,2 por ciento), según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (Aepap). “Es un motivo habitual de consulta con el pediatra (8–40%), y se manifiesta como regurgitaciones (se le viene la leche a la boca sin fuerza), rumiación (el niño mastica lo que le sube y luego se lo traga) o vómitos que pueden ser inmediatos o tardíos (2 ó 3 horas después de la toma, ya que existe una vaciamento lento del estómago en los niños con reflujo)”, explica Maria Jesús Pascual Marcos, pediatra especialista en Digestivo Infantil en el Hospital Nisa Pardo de Aravaca (Madrid) y miembro de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP). No suele conllevar problemas y mejora con la edad. La mayoría de los casos se resuelven hacia los 18 meses de vida y sólo unos pocos persisten hasta los 4 años. “Después de esta edad es poco probable que mejore espontáneamente y sería el momento de valorar la indicación quirúrgica”, dice la especialista. Hay niños en los que la cirugía puede hacerse antes, como los que presentan retraso mental o alguna patología severa respiratoria. El tratamiento quirúrgico (técnica de NISSEN) puede realizarse mediante cirugía abierta o laparoscopia.

 

CÓMO SABER SI TIENE REFLUJO
El reflujo gastroesofágico complicado
, lo que se conoce como enfermedad por reflujo, es mucho menos frecuente en los niños, y se produce cuando la frecuencia o intensidad de las regurgitaciones producen inflamación del esófago. El bebé siente dolor con las tomas (llora y se muestra molesto) o rechaza el alimento. El niño puede estar irritable, tiene hambre pero se retira del pecho o del biberón y no gana peso, e incluso en ocasiones puede vomitar con restos de sangre. Otras veces el reflujo patológico puede manifestarse por complicaciones respiratorias, pausas respiratorias o tos e incluso episodios de broncoespasmo (dificultades para respirar que puede ir acompañada con pitos o sibilancias). También los problemas otorrinolaringólogos de repetición (otitis, laringitis, nódulos laringeos….) pueden responder a complicaciones del reflujo.
“En los casos en los que existe sospecha de que el reflujo pueda ser patologico debe remitirse al niño a un especialista para que realice las pruebas pertinentes en función de la clínica que presente”, explica la especialista. La prueba para diagnosticar el reflujo es la phmetría de 24 horas, que consiste en medir los niveles de ácido en el esófago durante un día entero. Esta prueba en lactantes muy pequeños tiene un valor limitado y se realiza sólo en determinadas circunstancias. “Hoy día se utiliza la ecografía como prueba inicial del reflujo por ser inocua (no radia) y bastante fiable en manos expertas, que nos permite descartar algunas patologías que también producen vómitos (estenosis hipertrófica de píloro), aunque no nos dice cuánto reflujo hay ni nos da otra información anatómica”, dice la doctora Maria Jesús Pascual Marcos

 

ALIMENTACIÓN Y MEDIDAS CONTRA EL REFLUJO
En el reflujo fisiológico (el más frecuente) no es necesario hacer prácticamente nada, los padres deben tranquilizarse porque es benigno y transitorio. “Los niños con alergia a proteína de leche de vaca mejoran su reflujo con fórmulas hidrolizadas. Las leches antirreflujo son más espesas y pueden estar recomendadas en algunas ocasiones, pero no está aconsejado su uso indiscriminado. De hecho, en las esofagitis (inflamación del esófago por el reflujo) están contraindicadas porque pueden mantener más tiempo el contacto del ácido con el esófago y empeorar el cuadro”, explica la especialista. El problema suele mejorar al espesar las tomas con la alimentación complementaria (cereales), aunque esta mejoría también está en relación con la madurez y con la postura más sentada del niño al hacerse mayor. En los casos de reflujo patólogico, se utilizan fármacos antisecretores y antiácidos, que disminuyen o neutralizan el contenido acido del estómago (ranitidina, omeprazol).
Lo más importante son las medidas posturales: 
– Tomas adecuadas en cuanto a cantidad: no se recomienda aumentar el número de tomas porque favorece los reflujos de después de comer.
– No acostar al bebé inmediatamente tras las tomas.
– Mantenerlo erguido un rato tras la toma.
– Acostarlo en postura semiincorporado: elevar la cabecera de la cuna o acostarle sobre el lado izquierdo.
– En los niños mayores deben evitarse bebidas carbonatadas con cafeína, comidas copiosas o con alto contenido en grasas, chocolate, menta, especias, picantes, ácidos, cítricos y tomate.