La estimulación sensorial del bebé es necesaria para favorecer el desarrollo neuronal. Cada sonido, caricia, olor, sabor y color contribuye a conformar su cerebro e influye en la formación de su inteligencia emocional. El contacto piel con piel entre los padres y su hijo sirve como estimulación y desarrolla el vínculo padres–hijo.
Incluso antes de nacer el niño ya percibe estímulos: los sonidos que se producen dentro del cuerpo de la madre, como el sonido del corazón, y el sabor del líquido amniótico, que cambia de sabor en función de la alimentación que lleve la madre. Pero al nacer, los estímulos se multiplican. La estimulación sensorial es necesaria para que en su cerebro se produzcan conexiones neuronales: “Las conexiones neuronales dan lugar a la conformación cerebral; lo que el bebé siente, ve, oye y huele, contribuye a ese desarrollo. Hay que tener en cuenta que la estimulación influye en el desarrollo de la inteligencia emocional, que se forma desde que el niño nace a través del contacto piel con piel con los padres, algo que también sirve para desarrollar el vínculo padres-hijo. Los bebés que no reciben estímulos en los primeros años de vida pueden tener problemas emocionales y cognitivos en el futuro”, explica Silvia Álava, psicóloga infantil. Existen muchas oportunidades a lo largo del día para estimular al bebé: al despertar, al darle el pecho, durante el paseo diario, en los momentos de juego, a la hora de comer, en el baño o durante el cambio de pañal. Háblale, acarícialo, dale masajes, ofrécele variedad de alimentos cuando coma de todo, sácalo de paseo todos los días para que perciba olores, sonidos y colores, y sobre todo, quiérelo.
Qué siente el bebé
– GUSTO. Al recién nacido le desagradan los sabores ácidos y amargos pero muestra predilección por los sabores dulces, como la leche materna. Lo que la madre coma le llegará en variedad de sabores a través de la leche materna, “esto hace que los niños criados con lactancia materna sean más proclives a aceptar nuevos sabores cuando comienzan a tomar otros alimentos“, dice la Dra. Susana Ares, neonatóloga del Hospital La Paz, en Madrid.
– VISTA. Prefiere los rostros humanos, los colores blanco y negro, y las formas en movimiento. Se fija especialmente en los ojos de las personas, pero para que pueda ver tu rostro debes situarte a unos 20-30 cm de su cara.
– OÍDO. El bebé puede oír varios meses antes de nacer, aproximadamente en la semana 24 de embarazo. Es capaz de distinguir distintos tipos de sonidos, voces, sonidos familiares y extraños. Al poco tiempo de nacer, se gira hacia los sonidos. Lo que más llama su atención son las voces de las personas, especialmente la de la madre, aunque prefiere los sonidos agudos, disfruta con los sonidos sueves, rítmicos y repetitivos, como las nanas. “Es importante hablarle para estimular su oído, de hecho el “baby talk”, que consiste en hablar a los bebés en tono alto y con frases cortas, es una costumbre que se da en todas las culturas“, dice la neonatóloga.
– TACTO. Percibe el frío, el calor, la humedad, así como la suavidad o la rugosidad de los tejidos y de los objetos. “Se recomienda el contacto piel con piel con la madre y el padre nada más nacer para crear el vínculo afectivo. Y es algo que le gusta mucho, de hecho, cuando lo separamos de sus padres, cuando cesa ese contacto piel con piel, llora”, explica la neonatóloga Susana Ares. También advierte de que no deben ponerse manoplas en las manos del bebé para evitar que se arañe porque entonces no siente nada al tocar, no percibe los estímulos.
– OLFATO. Reconoce el olor del líquido amniótico en el que ha vivido durante los nueve meses de embarazo. Y tras el parto, reconoce el olor de la piel de la madre y el de la leche materna.
¿Cómo debe ser el baño del bebé?
El momento del baño es uno de los más agradables para el bebé y en el que más estímulos recibe: el sonido y la temperatura del agua, el olor del jabón, las caricias del agua en su piel y el contacto con las manos maternas o paternas… Pero, ¿cómo debe ser el baño? El pediatra Venancio Martínez, presidente de la Sociedad de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, explica que el agua debe mantener una temperatura entre 32 y 34º C (no muy caliente) y no debe durar más de cinco minutos. “Aunque actualmente se sigue haciendo el baño diario mayoritariamente, hay especialistas que lo recomiendan solo dos o tres veces por semana. No existe consenso sobre cuántas veces hay que bañar al niño a la semana. Debe ser un momento de contacto con los padres y puede ayudar a compensar la falta de tiempo que algunos padres tienen para estar con sus hijos”, dice. El secado tras el baño debe realizarse en pequeños toques, sin frotar para evitar irritar la delicada piel del niño.
En cuanto a la hora perfecta para realizarlo, el pediatra explica que no existe una hora ideal, “debe ser la que mejor le convenga a los padres”. En este punto la neonatóloga matiza que “en los bebés con cólicos, si se hace a última hora de la tarde, les ayuda a relajarse”.