Los hermanos gemelos son físicamente iguales pero necesitan diferenciarse para poder desarrollar su personalidad y evitar que la separación, cuando llegue, sea traumática. La educación en la familia va a prevalecer sobre otras influencias externas (escuela, sociedad). ¿Sabéis cómo debéis tratarlos en casa?
Las formas de crianza y educación que promueven una adecuada diferenciación de los gemelos son determinantes para su desarrollo psicológico normal. Diferenciarlos significa que cada uno desarrolle su personalidad y que no se aíslen en un “mundo de dos”. Dentro de esta educación diferencial, es normal que queden algunas características propias de la relación estrecha de los hermanos en momentos puntuales, como por ejemplo la aparición de lenguajes secretos o ciertos grados de aislamiento. “El característico vínculo intergemelar no supone un estar más unidos que otros hermanos, sino una manera diferente de estar unidos”, explica Juan Carlos Olea Cañizares, psicólogo y director de la Cátedra de Psicología de la Convivencia del IHCB (Instituto Humanista Comunicación para el Bienestar).
SEPARADOS EN EL COLEGIO
La mayoría de las formas educativas escolares contemplan que cada gemelo se ubique en clases separadas, precisamente para fomentar la individualidad de cada niño. Así se evitan comportamientos dependientes entre los hermanos y aislamiento del grupo (al estar más unidos se aíslan del resto). Esto suele chocar muchas veces con el deseo de los padres, que quieren que sus hijos gemelos estén siempre juntos. “La presión unificante de una educación no diferenciadora puede hacer que los gemelos lleguen a vivir como una traición el hecho natural de separarse”, advierte el psicólogo.
Conviene que realicen las tareas del colegio en espacios diferentes de la casa, pero tampoco hay que llevar a extremos la recomendación: “Habrá días en los que puedan estar en la misma habitación y también cooperar si las tareas escolares son de tipo cooperativo”, apunta el experto.
CÓMO TRATARLOS EN CASA
La autoridad formadora de los padres, durante la infancia, prevalece sobre la de otros contextos escolares o de tejido social. El ejercicio de dicha autoridad con convicción, sensibilidad y firmeza permite contrarrestar posibles influencias negativas procedentes de los ambientes de desarrollo habituales de los menores.
– Llamarlos por su nombre, nunca como “los gemelos”. “Por ejemplo, si sus padres, reiteradamente, no se dirigen a él sino al “gemelo”, posiblemente el niño trate de evitar el padecimiento que le produzca esa debilidad del vínculo parental refugiándose en el vínculo gemelar (encerrarse más en la relación con su hermano gemelo)”, explica el psicólogo.
– Se aconseja no vestirlos habitualmente de la misma manera y evitar nombres fonéticamente semejantes y/o rimados.
– La diversidad en las relaciones sociales es fuente de riqueza psicológica. Por eso, es bueno que se relacionen con otros niños y que realicen actividades por separado con otros hermanos y/o amigos.
– Se debe dedicar tiempo a estar con cada uno por separado: tener contactos corporales individuales frecuentes con cada uno de ellos; aprender a escuchar y responder a cada hijo; elogiarlos y aplicar las medidas disciplinarias de forma individual y en distintos momentos.
– No dejarlos solos durante largos periodos de tiempo porque esto lleva a que se entretengan y relacionen solo entre ellos.
– “También es muy importante enseñarles a compartir afectos y objetos que favorezcan una emocionalidad positiva, pero tal proceso formativo necesita encontrar apoyo en el hecho de que cada hermano se sienta, a su tiempo, singularmente querido y atendido. Justa y singularmente tratado. Singularmente alabado o criticado, desde la coherencia normativa parental”, dice el psicólogo Juan Carlos Olea Cañizares.