El miedo suele aparecer en los niños entre los tres y los seis años de edad. Se trata de un proceso normal, ya que a estas edades el pequeño no sabe diferenciar la fantasía de la realidad. Existen pautas de conducta para ayudarle a superar los miedos.
El miedo es un sentimiento normal en el niño que interviene en su desarrollo. “Ayuda a promover la formación de la estructura de personalidad del niño, sirve como entrenamiento psicológico para el desarrollo de estrategias de adaptación y garantiza la supervivencia en ámbitos hostiles, si el niño tuviese que enfrentarse a ellos en un futuro”, explica Claudia Quiroz Chavarría, psicóloga infanto-juvenil en Grupo CRECE (Madrid). También puede ocurrir que el pequeño padezca terrores nocturnos, que son propios de su etapa evolutiva y completamente normales. Si los sufre de manera continuada es conveniente que consultes con el pediatra para que te prescriba algún fármaco homeopático que le ayude a conciliar el sueño y a evitar estos terrores.
No conviene asustar al niño con personajes como el “Hombre del saco”. Muchos padres recurren a ello para evitar que el pequeño se acerque a desconocidos, pero en opinión de la psicóloga Claudia Quiroz, “esto implica instaurar en el fuero interno de los niños, una sensación de amenaza por parte del entorno, donde pueden verse a si mismos como seres incapacitados para protegerse, cuidarse y salir airosos de situaciones de riesgo”. Según esta especialista, estas amenazas pueden desencadenar que el niño presente en el futuro una carencia en el desarrollo de sus habilidades sociales, por ejemplo, dificultad para hacer amigos; para desenvolverse de manera adecuada en situaciones que no son controlables ni predecibles; además del desarrollo de manías o ideas paranoides que le van a impedir desvinculares de sus adultos cercanos, algo importante para conseguir un desarrollo emocional sano.
A qué tiene miedo el niño
No son más miedosas las niñas ni más valientes los niños. En general están equiparados en cuanto a los miedos, puede que éstos se manifiesten de manera diferente según la personalidad del niño: conductas incontrolables, desobediencias, verborrea, quietud excesiva, llanto continuo, reiteradas evitaciones a hacer lo que le contacta con su miedo. Según la edad de los niños habrá distintas causas que produzcan diferentes tipos de miedos en el más pequeño.
– 1 a 5 años. Ruidos intensos, fuertes, por ej: tormentas, truenos.
– 2 a 3 años. Oscuridad, fantasma, monstruos, payasos.
– 3 a 5 años. Situaciones nuevas: casas, contacto con animales, etc.
– 5 a 7 años. Estar solo en un lugar, sentimiento de abandono, vulnerabilidad y desamparo. Perderse en el centro comercial, oscuridad.
– 7 a 9 años. Consecuencia de caídas, heridas, lesiones, rechazo por otros, reconocimiento de falta de habilidades y capacidades, guerras, desastres naturales, terremotos, huracanes.
– 10 a 12 años. Ladrones, oscuridad, muerte, aspecto físico, relacionarse con otros y quedar en ridículo, exámenes escolares.
Pautas para que el niño supere los miedos
Claudia Quiroz Chavarría, psicóloga infanto-juvenil en Grupo CRECE, Madrid, proporciona una serie de pautas de conducta para ayudar al niño a superar los miedos:
– Acompañar al niño a su habitación o cama. Es esencial que lo hagáis con la luz apagada, ya que de esta manera podrá ir cambiando la visión de inseguridad que tiene el niño en la oscuridad. No es recomendable que el pequeño intente calmar sus miedos en la habitación o en la cama de los padres, ya que con esto, se potencia la idea de que su cama o habitación es insegura, de que solo no puede estar ahí y que es incapaz de buscar alternativas para sobrellevar su miedo.
– Establecer los limites y la educación en su espacio. Se trata de no cambiar de entorno para evitar los miedos, sino de enfrentarse a ellos con la ayuda y compañía de un adulto. Buscar alternativas junto con el niño: acompañarlo en su cama, darle mimos, contarle un cuento, llegar a un acuerdo, buscar un amuleto seguro, ayudarle a relajarse, ayudarle a distraerse con la imaginación… El objetivo es que el niño se enfrente progresivamente al miedo con herramientas eficaces hasta no necesitar la ayuda de los padres.
– Los padres deben mantenerse firmes y ayudarle sólo en aquello que necesita y tener paciencia durante el proceso de acompañamiento.
– Nunca ridiculizar al niño llamándole cobarde o similar, ni exigirle valentía. Sí alentarle, consolarle, decirle lo bien que lo está haciendo, que es normal asustarse, premiarle con halagos y con cariño cuando el niño supera un pequeño obstáculo y da un paso adelante.