Un síntoma clave en el autismo es que el niño no establece contacto visual con la persona que le habla. Además, el pequeño puede mostrar poca expresividad facial y carecer de gestos sociales como la sonrisa o el saludo o la despedida. Se suele diagnosticar en los tres primeros años de vida, o más tarde si el grado de autismo es leve.
María es madre de un niño con autismo y entre sus reflexiones destaca ésta: “Ser madre de un hijo con autismo te enseña que la vida es incontrolable”. Se refiere al afán que tenemos de programar nuestras acciones, el trabajo, el futuro… Y de repente, te llega un hijo que escapa a tu control, a lo convencional, a lo establecido. Normalizar esta situación es un reto para todos. La causa del autismo se desconoce en la mayoría de los casos. “Sólo en una pequeña proporción (menor del 10%), el autismo es secundario a distintas causas, como anomalías genéticas, trastornos congénitos del metabolismo, epilepsia y otras”, explica Dra. Ana Mª Rodríguez, pediatra del Centro de Salud de San Andrés, de Murcia.
El pediatra es el primer especialista con quien se debe consultar, ya que es el médico que mejor conoce al niño y que valorará si debe ser remitido al neuropediatría o a psiquiatría infantil. El autismo suele diagnosticarse en los tres primeros años de vida, aunque en casos más leves puede demorarse el diagnóstico.
SÍNTOMAS DE AUTISMO EN EL NIÑO
Los niños con autismo presentan síntomas en la interacción social como escaso contacto con la mirada, poca expresividad facial, escasa gesticulación al hablar y pueden carecer de gestos sociales como la sonrisa o el saludo o la despedida. “A veces no extrañan a desconocidos o rehuyen el contacto físico. Pueden mostrar poco interés en relacionarse con otros niños prefiriendo estar solos. No suelen compartir emociones o intereses con los otros y tienen dificultad para reconocer las emociones de los demás”, indica la pediatra.
En el área de la comunicación, gran parte de estos niños tienen retraso del inicio del lenguaje y en casos más graves no llegan a desarrollar el lenguaje hablado. A veces no estructuran bien las frases con mal uso de pronombres o repiten palabras. En casos más leves pueden hablar sin problemas de expresión pero les cuesta percibir ironías, dobles sentidos o bromas.
En el juego presentan poca espontaneidad, suelen mostrar un juego repetitivo y con escasa imaginación. Les cuesta incorporar a otros niños, prefiriendo jugar solos. Tienen problemas para adaptarse a nuevas rutinas diarias. Pueden presentar movimientos repetitivos con las manos o el cuerpo, llamados estereotipias.
CÓMO TRATAR A UN NIÑO CON AUTISMO
El inicio precoz de un programa de tratamiento multidisciplinar de base cognitivo-conductual (psicoterapia) muestra una mejoría del pronostico en la evolución de los afectados de autismo. “El objetivo es estimular las funciones cognitivas de los niños en las áreas deficitarias como el lenguaje, el razonamiento, la atención, así como conseguir modificar la conducta incrementando conductas que permitan la adaptación del niño a su entorno social“.
– Cómo hablarle. Hay que hablarle con claridad y sencillez, evitando frases complejas; los mensajes deben ser cortos y, si se dan varios, ordenarlos de uno en uno. Cuando se habla al niño es importante contactar visualmente con él y enfatizar o recalcar con claves visuales (gestos visuales) que le sirvan de referente para captar el significado de las palabras. “Es importante jugar con el niño a vocalizar e imitar las palabras, y utilizar el mismo término para referirnos a situaciones y objetos concretos. Los padres deben poner palabras a los deseos del niño, así por ejemplo, si sabemos que tiene hambre le diremos: “¿Tienes hambre?”. Es importante vocalizar bien enfatizando el tono y gesticulando”, recomienda la pediatra..
– Ejercicios y actividades recomendables. Es importante prestar atención a sus actividades y describir y comentar lo que van haciendo. “También podemos llamarle la atención hacia objetos o sucesos que ocurren a su alrededor para que compartan la atención“, dice la experta. Los cuentos o dibujos son muy útiles, ya que permiten trabajar la atención compartida: podemos señalarle o preguntarle sobre lo que está viendo. Los juguetes son una herramienta valiosa para representar situaciones de la vida real y trabajar la imaginación, sobre todo los sencillos, como muñecas, coches, peluches… En el juego se puede aprovechar la situación para hablar e ir relatando lo que va sucediendo o lo que el niño hace.
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