“En las últimas dos décadas han aparecido nuevos datos en la literatura científica especializada que relacionan la exposición a ciertos compuestos químicos, introducidos en el medio ambiente por la actividad humana, con la aparición de nuevos síndromes y el desarrollo de enfermedades específicas, de causa no bien conocida, pero que implican una disrupción del equilibrio hormonal“, ha asegurado profesor Nicolás Olea, director del Departamento de Radiología y Medicina Física y del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada.
“En las últimas dos décadas han aparecido nuevos datos en la literatura científica especializada que relacionan la exposición a ciertos compuestos químicos, introducidos en el medio ambiente por la actividad humana, con la aparición de nuevos síndromes y el desarrollo de enfermedades específicas, de causa no bien conocida, pero que implican una disrupción del equilibrio hormonal“, ha asegurado profesor Nicolás Olea, director del Departamento de Radiología y Medicina Física y del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada.
Los expertos coinciden en destacar la laboriosidad de establecer la relación de causalidad entre exposición humana a las diversas sustancias y enfermedad, fundamentalmente debido a que el momento de la exposición es decisivo para determinar el carácter, la gravedad y la evolución posterior del efecto. “Los efectos son distintos cuando la exposición ha ocurrido sobre el embrión, el feto, perinatalmente o en la edad adulta“, explica el profesor. Por otro lado, los efectos pueden no aparecer en el momento de la exposición o bien la dosis o nivel de exposición puede ser muy inferior al reconocido como límite de seguridad para otros aspectos toxicológicos distintos de la disrupción endocrina.
“La confirmación de la exposición a disruptores endocrinos, que pasa de manera inadvertida en muchos de los casos, junto a la dificultad de demostrar el efecto en algunas poblaciones con una especial sensibilidad, –como son población infantil y mujeres en edad fértil y durante el embarazo-lactancia–, debe obligar a reconsiderar los riesgos ambientales de los individuos no profesionalmente expuestos y exige actuar con medidas preventivas”, asegura el profesor Olea.
“La exposición infantil a bisfenoles provenientes de resinas epoxy de los pegamentos, el policarbonato de los biberones, la benzofenonas de las cremas solares con filtros UV, los ftalatos de los ablandadores y aditivos de los plásticos empleados en tetinas y biberones, o de tributilestaño en las pinturas, no son más que unos pocos ejemplos para los cuales la comunidad científica debería estar convenientemente informada“, concluye el experto.