El invento, que ya ha sido probado en un grupo de corderos prematuros de un grado de desarrollo comparable al de bebés humanos de unas 24 semanas, imita el ambiente de la placenta con su líquido amniótico. Tras pasar cuatro semanas en el dispositivo, los animales tenían un desarrollo completamente normal.
El invento, que ya ha sido probado en un grupo de corderos prematuros de un grado de desarrollo comparable al de bebés humanos de unas 24 semanas, imita el ambiente de la placenta con su líquido amniótico. Tras pasar cuatro semanas en el dispositivo, los animales tenían un desarrollo completamente normal.
Biobag es el nombre que ha recibido la bolsa de plástico cerrada que envuelve un fluido parecido al líquido amniótico que se renueva continuamente. Para aportar el oxígeno necesario, los investigadores han diseñado también un aparato que actúa como placenta. Aunque puede parecer que el invento está resuelto, Alan Flake, director de la investigación de The Children’s Hospital of Philadelphia, ha confirmado que “hemos desarrollado un sistema que reproduce el ambiente del útero y la función de la placenta tan fielmente como ha sido posible pero todavía tenemos que continuar investigando antes de desarrollar un dispositivo para humanos”.
Dentro de este útero artificial, los ocho corderos apenas necesitaron intervención del exterior para desarrollarse. El ambiente líquido permitió que los pulmones de los corderos creciesen con normalidad. El cerebro y el corazón de los animales, otros tejidos que preocupaban a los investigadores, también maduraron correctamente. En las incubadoras actuales, los bebés están expuestos al aire, que detiene el desarrollo de estos órganos.
Además, la esterilidad del sistema protege eficazmente de las infecciones, una de las grandes amenazas para la supervivencia de los bebés prematuros. Alrededor de un 0,5% de todos los bebés que nacen en el mundo lo hacen de forma extremadamente prematura, tras sólo 24 semanas de gestación, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Como sus órganos no han terminado de desarrollarse, son extremadamente vulnerables. Sólo la mitad de ellos logra sobrevivir gracias a la atención médica en países desarrollados; en regiones con menos recursos, sus probabilidades de salir adelante son prácticamente nulas. Entre los supervivientes, una buena parte carga con graves secuelas a largo plazo, como enfermedades respiratorias o problemas de visión. Sin embargo, si estos niños pudieran seguir por lo menos unas semanas en un ambiente como el del útero materno, sus probabilidades de sobrevivir aumentarían desde el 50% hasta más del 90%.
Mas información: www.nature.com/articles/ncomms15112