La cirugía plástica en menores de edad es un tema controvertido, discutido a nivel social y muchas veces, polemizado. En este sentido, hay que diferenciar radicalmente una alteración estética fruto de una malformación o de un accidente en un niño, de las operaciones estéticas en pacientes adolescentes menores de edad. “La sociedad debe entender que, cuando corregimos un labio leporino o un paladar hendido, no pretendemos que el niño tenga un labio bonito o una cicatriz perfecta. Nuestro objetivo es que esa malformación no condicione el desarrollo físico, psíquico y social del paciente y pueda lograr una calidad de vida lo más normal posible.
La cirugía plástica en menores de edad es un tema controvertido, discutido a nivel social y muchas veces, polemizado. En este sentido, hay que diferenciar radicalmente una alteración estética fruto de una malformación o de un accidente en un niño, de las operaciones estéticas en pacientes adolescentes menores de edad. “La sociedad debe entender que, cuando corregimos un labio leporino o un paladar hendido, no pretendemos que el niño tenga un labio bonito o una cicatriz perfecta. Nuestro objetivo es que esa malformación no condicione el desarrollo físico, psíquico y social del paciente y pueda lograr una calidad de vida lo más normal posible. Por ejemplo, una gran malformación vascular cerca del ojo no se opera para disimularla, sino para que el paciente pueda conservar su ojo y mantenga una calidad de vida adecuada”, explica el Dr. Javier Montón, vocal de Comunicación de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE).
Los pacientes con labio leporino y la hendidura de paladar deben ser tratados de manera precoz para evitar problemas en su desarrollo a todos los niveles. “Aquí, un abordaje multidisciplinar es fundamental, implicando a psicólogos, logopedas, ortodoncistas, entre otros especialistas”, comenta el experto.
Actualmente existen técnica para tratar malformaciones o patologías que antes no existían, “hoy contamos con técnicas más refinadas para dar solución a problemas que antes no la tenían, como en el caso de los síndromes de parálisis facial congénita”, apunta el Dr. Montón.
Por último, aunque el manejo perioperatorio de estos pacientes es más delicado y las opciones reconstructivas se limitan, sin embargo su capacidad de curación y la manera de interiorizar los defectos es mucho mejor en los niños, y psicológicamente, su adaptación a los problemas es superior.