El reuma también es cosa de niños y adolescentes

En nuestro país uno de cada mil niños padece alguna enfermedad reumática relacionadas con el aparato locomotor y un 50% las arrastra, con sus consiguientes secuelas y aumento de incapacidad, hasta la edad adulta. “Estas enfermedades en la edad infantil conllevan, por un lado, un pronóstico de la patología diferente al que se tendría en personas con mayor edad, pero también tiene implicaciones graves en la calidad de vida tanto en la infancia como en la adolescencia”, indica la Dra. Mª Luz Gamir, del Servicio de Reumatología del Hospital Ramón y Cajal, en Madrid.

En nuestro país uno de cada mil niños padece alguna enfermedad reumática relacionadas con el aparato locomotor y un 50% las arrastra, con sus consiguientes secuelas y aumento de incapacidad, hasta la edad adulta. “Estas enfermedades en la edad infantil conllevan, por un lado, un pronóstico de la patología diferente al que se tendría en personas con mayor edad, pero también tiene implicaciones graves en la calidad de vida tanto en la infancia como en la adolescencia”, indica la Dra. Mª Luz Gamir, del Servicio de Reumatología del Hospital Ramón y Cajal, en Madrid.

Limitación en la vida cotidiana
La cojera o ciertas limitaciones a la hora de realizar actividades de la vida cotidiana son algunas de las consecuencias de las patologías del aparato locomotor en niños y adolescentes, aunque sus expresiones clínicas pueden ser muy variables. A esto hay que añadirle un fuerte componente psicológico, ya que estas limitaciones pueden llevar a que el niño no se relacione bien con su entorno social, llegando a casos de apatía o trastornos de la personalidad que condicionan tanto su comportamiento como su correcto desarrollo. “Por este motivo, en los colegios se ha de tener constancia de la enfermedad del niño, pero sin ser asumidas como minusvalías, dejando que realice incluso gimnasia y actividades deportivas en la medida que le sean posibles”, indica la Dra. Gamir.
El diagnóstico temprano y la evolución en los tratamientos, gracias sobre todo a los fármacos biológicos, permiten a estos pequeños pacientes mantener una vida que en la mayoría de los casos se puede comparar a la de un niño sano de la misma edad.