El aumento de los casos de violencia entre menores se encuentra en gran medida asociado al núcleo familiar, aunque no se puede precisar que exista un prototipo específico. “Por un lado, están las familias permisivas en las cuales los padres, quizás por desconocimiento de sus responsabilidades, permiten al niño crecer sin límites. En el lado contrario, se situarían las familias protectoras que acostumbran al niño a una especie de sociedad del bienestar donde lo tiene todo y no necesita esforzarse por conseguir nada. No se le educa para la frustración y cuando surge reproduce la dinámica que ha visto en videojuegos o en la televisión, recurriendo a la violencia.
El aumento de los casos de violencia entre menores se encuentra en gran medida asociado al núcleo familiar, aunque no se puede precisar que exista un prototipo específico. “Por un lado, están las familias permisivas en las cuales los padres, quizás por desconocimiento de sus responsabilidades, permiten al niño crecer sin límites. En el lado contrario, se situarían las familias protectoras que acostumbran al niño a una especie de sociedad del bienestar donde lo tiene todo y no necesita esforzarse por conseguir nada. No se le educa para la frustración y cuando surge reproduce la dinámica que ha visto en videojuegos o en la televisión, recurriendo a la violencia. Por último, se encuentran las familias en las que los progenitores delegan sus funciones y la educación de sus hijos sobre otros, por ejemplo los abuelos, y que a largo plazo deriva en una sobreprotección perjudicial para el menor”, explica el doctor Josep Cornellà i Canals, presidente de la Comisión Gestora de la Sección de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Fuera del entorno familiar, el doctor Cornellà señala que la marginación socio-económica y la pobreza también deriva en comportamientos violentos, así como el fracaso escolar, que en España está alcanzado cifras alarmantes, y cuya frustración lleva a los menores a protagonizar este tipo de actos.
– El consumo de alcohol y drogas está detrás de una parte importante de los actos violentos cometidos por los jóvenes “ya que les pone en una situación de no comprensión de la realidad, lo que se traduce en conductas delictivas del tipo de agresiones al mobiliario urbano”. De hecho, los robos representan la forma más común de violencia infantil, seguido por los delitos contra la seguridad vial y las lesiones y agresiones contra las personas.
– Los videojuegos se han convertido en elementos que pueden potenciar la violencia. Si bien son recomendados para mayores de edad, lo cierto es que “cada vez hay más menores que juegan sin ningún control y con el desconocimiento de sus padres. Estos juegos presentan alta calidad de imagen, convirtiendo un mundo de fantasía en un mundo real y conductas violentas en rutinarias”, comenta este experto.
– Los teléfonos móviles e Internet. Los expertos también alertan de los peligros que ofrece el temprano uso de los teléfonos móviles. “Los niños pueden hablar y chatear con quien quieran sin ningún tipo de control, e igual ocurre con las redes sociales. Aunque parezca que están muy conectados, en realidad están solos y recurren a compañías perjudiciales en muchas ocasiones”.